miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un beso te daré



La caída de la hoja otoñal es preludio inmortal
de unos compases que alarman los procaces placeres
que se vuelven imberbes, desapareciendo en buen jornal
por mente que se alimenta de prozac y lorazepam. Los seres
pueden ser caprichosos e incluso ociosos buscando opio
en trompas de Falopio, pero la equivocación siempre inunda odio.

Hasta la más ramera vio en mí solitaria grandeza,
incluso el rencor que se levanta por ejemplos ya usados
no hacen más ruido que cien elefantes violando fortaleza;
saquen conclusiones de parecidas nociones, pero viertan caldos
de brea en esa condena que tanto les pesa y es tan grácil
que hasta el aire la condensa. Ojalá mi vida fuera tan fácil.

Hace tiempo comuniqué mi locura a psiquiatras con rastas
que en vez de darme cura, dijéronme basta. Hasta el cuerdo
más insensato sabe dilucidar que en materia de neuronas las ratas
llevan la gloria. Cuando se cansaron de experimentar en mi cuerpo
diéronme sustrato de níquel y sales de espanto. Son tales
remedios placebos que rompen mi intelecto. A la mierda esos males.

Los sustantivos que indican llamarme se vuelven adjetivos
por obra del lenguaje. Siempre supe ser ignorante en lo referente
a damas chacales, pero la vida me ha situado ante sus vivos
retratos colmando paciencia de Job en santa campaña. Es fuente
de virtud dedicarme todos los males a pesar de ser cobardes e infames.
No puedo más, esa es la verdad que atañe a un necio a fin de mes.

Si pudiera viajar en el tiempo, iría a los momentos de infancia
y me declararía en huelga para toda la vida en esa inocencia.
Ser adulto lo llevo con pena, desde la adolescencia arrastro mi condena
por ver en ojos de nadie crecer mi desdicha. Si parto hacia rumbo
desconocido sería por siempre un punto no relatado. Mi sangre en vena
preguntarán de donde viene su simiente, mas no sé si les alegraré su mundo.

Debo cambiar de tercios, no mirarme el ombligo, olvidarme
de mí y escribir sobre otras cosas. Son muy dolorosos los versos
que componen mi canto, pero a conciencia plena quiero quererme
y olvidar que existo. Es complicado pero vierto mis sesos
por ocurrencia ya dicha. El futuro será oscuro más mi culo
sigue en su sitio. Alegrémonos por ello y démonos un ósculo.

Antonio Jiménez

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