viernes, 8 de marzo de 2013

Escritos de un necio incoherente




Estamos viviendo una realidad que supera la ficción. Somos pasto de la mentira, de la traición, de la tergiversación, de la corrupción, del enchufismo más descarado y de las contradicciones más reinventadas mientras con miedo nos asomamos a la realidad pidiendo a lo desconocido por no decir inexistente que la mierda no nos cubra por completo. La gente creyó a pié juntillos que el cambio iba a revolucionar este pais de egoistas, ególatras e hipócritas, se iban a crear puestos de trabajo como los arboles nos regalan sus flores en primavera, que la corrupción iba a desaparecer como tantas series españolas, que el país torearía a la crisis llegando por mutis propio al G-8, que la prima de riesgo llegaría a niveles negativos y que todos los fachas iban a apadrinar todo el continente africano.

Pero llegaron al poder y se encontraron que para mantener su status de vida debían recortar todo, cuanto más posible mejor, dejando podrido el estado del bienestar, principio máximo de cualquier democracia con dos dedos de frente. Los empresarios prefieren traer productos baratos de paises oprimidos (lease principalmente China, culpable del enriquecimiento masivo de las grandes empresas tecnológicas) para venderlos aquí, no creando producción y por ende movimiento pecunario para que el país progrese. Es una verdadera lástima. Estamos más pendientes de San Messi y San Cristiano Ronaldo, indigentes que viven en los votos de la más absoluta pobreza para dar principios morales, que en la realidad que vive nuestro país. Ocurre un escándalo y se mediatiza hasta la saciedad, hasta que tus propias neuronas dicen basta y quieras lo más pronto posible olvidar el asunto. Es la maniobra del despiste, se nos emboba con un producto mientras se inchan a malversar infinidad de recursos con la escusa de que el pueblo soberano les concedió la potestad de cubrir unos cargos que, entre sus privilegios, tiene el dón del aprovechamiento. Si algo nos ha enseñado la historia reciente es que ningún ladrón a devuelto lo robado. Ya puedan los mass media investigar lo que le den la gana e inventarse historias para no dormir de cualquier cabrón. Una temporadita en la carcel, extropear una obra de arte pintandola en el muro del patio penitenciario y que me quiten lo tangao.

Y lo más redundante de la miseria humana es tener un presidente de gobierno que no es capaz de dar explicaciones coherentes, que tiene el don del doble sentido y que actua en la sombra escudándose en la vicepresidenta, mujer de altura que da la cara por estar subordinada a un cargo superior. Y mientras la cabeza invisible se regodea en su propia mierda creada por la incopetencia de unos niños lastrados a la más absoluta obediencia desde que nacieron, recuperando su poder al desposarse con el beneplácito de la iglesia, supeditados al pensamiento moral y manejados por hilos de acero que siempre han dominado el oxidado conservadurismo, nosotros nos vemos ahogados en una carestía de vida que no se corresponde con los cada vez más bajos sueldos, dándose el resultado de la destrucción de la clase media, institución nacida en pleno renacimiento, quedando simplemente dos status sociales; los pobres y los ricos, donde la separación social es cada vez más abismal.

El principio del siglo XX fue dominado por las luchas de clases y la confirmación del comunismo como sistema político que cada vez alcanzaba más ideólogos y más adeptos. Fracasó como forma de gobierno no por responder a unas doctrinas erroneas, sino porque los gobernantes han sido siempre egocéntricos y confundieron un sistema de clases con un imperativo vital, llegando a ser meramente una dictadura donde se cohartaban todos tus derechos y tu vida se supeditaba exclusivamente a servir el estado, cuyos dirigentes vivian a cuerpo de rey mientras el pueblo pasaba penalidades y hambre. Por su parte Estados Unidos creo el capitalismo, donde cualquier persona con ideales y esfuerzo se podía labrar un futuro y conquistar el denominado sueño americano. La cosa se les fue de las manos en el hundimiento de la bolsa en 1927. Crearon más poderes que existencias había y cuando tal o cual accionista vendía, resultaba que sus acciones se habian creado de la nada, dando lugar al desastre bursatil que todos conocemos. Aquello si que fue una crisis con mayúscula. Pero el país consumía lo que producía y su presidente con lo recaudado con los impuestos creo empleo público mermando así el desempleo. Todas las soluciones están ya inventadas, puiestas a la práctica y han dado resultado.

Pero somos codiciosos. El ser humano quiere más de lo que necesita, no se quiere privar de nada, los anuncios nos venden ideales a los que sólo podemos aspirar endeudándonos. El cambio de la peseta al euro hizo que todo el dinero negro que existía se invertiera en lo más rentable, suelo para edificar y especular con lo construido. Las comunidades autónomas ceden el control de urbanismo a los ayuntamientos locales de cada ciudad o pueblo. Se crea el concejal de urbanismo, persona muy dada a la caridad que nunca permite sobornos de nadie. Tierras no edificables del día a la mañana se convierten en edificables con un par de firmas. La construcción precisa bastante mano de obra y se crea empleo. Los trabajadores a su vez crean empleo en los bares y restaurantes cada vez que desayunan o almuerzan. Casi siempre la pareja establecida en un nucleo familiar trabajan los dos. El Español ansía tener propiedades, cuando más lustrosas mejor, eso le permite fardar ante la familia, amistades y desconocidos. Los bancos, aconsejados por sus directivos, ven un buen negocio conceder hipotecas a largo tiempo con solo presentar las nóminas de ambos. Vivimos en el país de Jauja, nunca vamos a ver nubarrones en el horizonte. La demanda de compra hace que el precio se hinfle hasta cotas absurdas, pero eso no amilana a los compradores que no piensan ni en las cuotas a pagar ni en el tiempo ni en el riesgo de su decisión. Solo piensan que por unas cuantas firmas en la inmobiliaria, en el banco y en el notario van a poder disfrutar de vivienda “propia”. Por supuesto como fulanito de copas ha ido a la rivera maya nosotros no vamos a ser menos. Nosotros vamos a ir a Hawai, nos pedimos un préstamo de 6000 € en cinco años y lo pagamos sin darnos cuenta. Lo que sobre es para comprar cosas de primera necesidad. La televisión de plasma, el blue disc, el ipad, dos ipod…

Vivimos por encima de nuestra posibilidades el sueño siempre ansiado. Creemos que podemos con todo. Ni pensamos que todo pertenece al banco, sólo que vamos a disfrutar y contar con nuestras propias cosas. Pero llega lo inevitable. Un país donde los trabajadores trabajan 29 días al més por un salario que apenas le llega para un tazón de arroz hervido diario, que mide al menos diez veces tu país y por suerte sólo tiene industrializada una zona que viene a ocupar la extensión de tu pais, revientan los precios dados sus bajos costes de producción. Para colmo tu país le da todas las facilidades del mundo para que empresarios de aquel país monten negocios gigantescos en el tuyo. Como malvivimos con sueldos irrisorios nos vemos obligados a comprarle toda clase de género. Nuestro sustento no crea riqueza porque se utiliza íntegramente en beneficio de otro país. No hay movimiento monetario, no se crea empleo, la crisis sigue planeando sobre nosotros, se destruyen puestos de trabajo porque el nucleo principal de generar empleo en tu ciudad se ha visto gravemente dañado por la producción de los habitantes de ese país. No se puede invertir y los bancos que tanto pagan a sus directivos, replantean su negocio y en vez de concedir préstamos pide subvenciones al gobierno para seguir pagando los sueldos millonarios a sus directivos, artífices de la gran pesadilla de nuestro tiempo. Llega el temido paro y los ingresos familiares se ven mermados en un 80%. No puedes hacer frente a todas tus facturas y dejas de pagar el piso y el préstamo. Es más importante la factura del móvil, pagar la luz y la comunidad. Llegado cierto tiempo te llega la notificación del banco con aviso de deshaucio si no pagas la deuda contraida con él que asciende a una cantidad muchísimo más elevada que la hipoteca que firmaste porque al principio solo pagas intereses y al hacerte el finiquito te incluyen los intereses comprometidos con la entidad. La cuestión del préstamo te la solventan con un juicio y con la inscripción de los dos en la lista de morosos, lista que es lo primero que miran cuando quieras pagar algo a crédito, aunque sea una miserable barra de fuet que cuesta 2,50 €.

La cosa está jodidísima, los deshauciados solventan su pérdida quitándose la vida, la peña se quema a lo bonzo en su entidad bancaria por amenazarlas con cualquier pleito, son cada vez más las personas que recurren a un programa televisivo pidiendo la compresión de la audiencia para que con un donativo llegue a reunir la cantidad que debe… El futuro contraido con los excesos que nos invitaba a cometer bigotitos Aznar en su mandato ha dado sus frutos. De los sueños plácidos hemos pasado a no dormir o a las pesadillas extremas. Somos legión en este país de analfabetos ilustrados. Para colmo los bancos se quejan de que cada vez tienen una cartera de pisos más amplia y que los tienen que malvender o alquilar si les quieren dar salida. Mientras el gobierno se preocupa en inventar nuevos impuestos con los que gravar nuestra enquilosada vida, asustar a los pensionistas con la posible retirada de sus ingresos, cuando realmente de su sueldo viven sus hijos ya casados y mantener el estado de su bienestar. Sinceramente, la vida nos la complicamos nosotros mismos. Somos independientes y capaces de razonar más allá de lo imaginado. Pero nos gusta estar bajo las ordenes de alguien y que nos dicten nuestros pensamientos. Borregos al fin y al cabo.

Antonio Jiménez   

jueves, 7 de marzo de 2013

Confesiones




Intento recordar donde dejé mi memoria pero cada vez que me precipito ante la insidia me encuentro con una respuesta vacía. Son los años que me han permitido llegar a la senectud los que me están arrebatando la savia, pero lucho con más fuerzas de las permitidas para ser recordado no como un arbusto, sino como una flor, aquella que impregnó de fragancia el amor profesado por los amantes mundiales, que son todos los que con su corazón llegan a la razón de no dudar por un momento de la nobleza de sus sentimientos.



Vigilo cada lugar donde mi ser respira su obra de concepción divina, cada soliloquio sollozado a la luna para, como indulgente de la pasión de otros, ir creando las esquinas curvas que no ponen trabas a la consecución del placer infinito. Soy obra de un sueño y deudor de un grito que despertó todos los pueblos de su inanicción para ser parte de un todo que se queda en nada. Soy vagabundo en salones privados y mercader en campos de refugiados, la milicia milita en mis entrañas y la guerra perdura en mis canas. Soy profanador de religiones y creador de guiones donde la vida se sirve al revés. Tan solo mis intereses van en detrimento mío y mis valores enlosan mis suelos, soy arcángel del demonio y demonio endiosado en busca de una verdad que es la madre de todas las mentiras.



Y mientras, en la oscuridad, te amo con todas mis fuerzas convirtiéndote en la luz que guía todos mis sentidos, y mis sentimientos a flor de piel no hacen más que pensar en ti, en tus labios, en tu cuerpo, en tu belleza, en tu natural fragancia de fémina ansiosa por ser querida en un mundo violento donde los encuentros carnales son cesión para quitar tensión sin más respuesta que un te llamaré que se lleva el viento, cuando mis suspiros por ti llegan al millar dejándome sin respiración, hasta que el recuerdo de unos ojos que te han observado y en vida los has visto tan preciosos hace que recuerdes que la respiración es el motor de tu alma.



Sueño, sueño con pertenecerte por completo, por violar mi senectud y romper contra las olas mi oscuro pasado, por seguir siendo la flor que nutre con poemas el amor mundano, por respirar a tu lado, por acariciarte suavemente, por embriagarme con tus palabras, con tu elocuencia, con tu inteligencia, por ser el paciente contador de historias del pais de nunca jamás, por hablar tu mismo idioma, por derrotar el hastío, por hacerte feliz con la sencillez de la pobreza, por sentirte temblar cuando yo lo haga, porque en definitiva es tal el amor que te profeso que por ti la melancolía sería una dicha.

                                                                                                                                        Antonio Jiménez