lunes, 24 de diciembre de 2012

Don Nuño del Moño




Qué pena más grande siento en el corazón,

es el pasado que no deja en paz mi razón,

calculada es la espera hacia mi infinito partir

pero hasta ese momento son muchas las cosas que pedir.



Pido por mi bella dama a la que di mil asestas

llevado por un odio irracional fruto de comer setas

en mal estado, sí, seguro, a eso fue debido mi delirio

de orate mal avenido que con apremio la despachó al río.



Pido por mí cien millones de latigazos con tal furia

que la carne trinchada fueran alimentos de fieras

y mi marchito ser fuera situado frente a la servidumbre

que tanto fustigué para que sin piedad no pasaran hambre.



Pero ahora no es tiempo de reconocer las penas y sí la leyenda

ganada sin compasión por ser el matarife con más agenda

de toda la región, llegando inclusive al millar de almas

que por su vida corrían como conejos en cacería calma.



Y es que en verdad me llamo Don Muño del Moño

nacido en Aragón, concediéndome a su vez el gentilicio de maño

aun no siéndolo originalmente, sino Aragonés por describir

mi partida dice, pero yo siempre seré el que quise decidir.



Anochece ya y la luna ofrece su mejor cara iluminando

las tierras de mi pertenencia, con su luz clamando

un poco de atención por parte de los que aquí estamos

sin entender porqué de día sale el sol y de noche la luna aparece.



Ya queda poco para mi partida, lo intuyo, se oye

vocear al núcleo de los partidarios de acabar con me

y volver a ser libres. Ah, ya siento el frío acero en

mi espalda, los condenados no dan la cara, muero de por sí.

Antonio Jiménez

La comunicación




La comunicación, ¿qué se supone que es la comunicación?, ¿el hecho de hablar con uno o varios partícipes de nuestra dialéctica mientras asienten lo expuesto por uno?, ¿el escribir una serie de ideas que se reproducen en cualquier medio y las personas van y la leen o no según su criterio de opción o voluntad?. En este país la comunicación es conversar a grito pelado para ver quién es capaz de hablar más fuerte en la mesa de una cervecería, de un pub, de un bar, de cualquier sitio que esté bajo el estrellado manto del cielo...

Antonio Jiménez

viernes, 23 de noviembre de 2012

Ángel o Demonio




Usted me llama Ángel de Amor y luz,
un ser de bondad y eterno fuego,
enviado desde el Cielo para guiar vuestros pasos
por senderos donde los espíritus ansían caminar.
Dices que brillo como un astro en el firmamento;
como un rayo en el crepúsculo, una chispa de la Fuente.

Ahora escucha mi respuesta, y deja que el mundo la oiga:
Hablo sin temor sobre lo que conozco;
El puro, el fervoroso Amor es el espíritu creador
que hace de las mujeres ángeles.
Yo vivo, existo sólo por usted, sólo en usted.
Nuestras almas juntas yacen atadas
por las antiguas leyes sagradas,
y si yo soy un Ángel, usted es la causa.

Mientras mi bote agitaba las espumas del mar,
observé en calma desde la proa:
Encantador el Amor brillaba,
el pulso firme sobre el timón;
iluminado en sus bellas formas.
¿Maldeciré entonces la barca que en la noche fue naufragio,
pues el infame navegante abandonó su puesto
envuelto en radiantes sombras?
Mi propio bote no es ajeno,
pues él también se ha perdido.
¿Ha desertado el marinero
o se ha dormido en su puesto?

He dejado los tesoros de mi alma a vuestros pies,
(sé que algunas damas lo hacen cada día).
No hay criatura que camine por esta calle
que posea el negro corazón que yo anhelo.
Usted ha despreciado todos los tesoros,
así como muchos caballeros con el corazón de hielo.

Esta llama del altar de Dios,
este fuego sagrado del Amor,
que arde como dulce incienso sólo para usted,
hoy será el estigma de mi vergüenza.
Ha torturado mi espíritu con su falsedad,
ignominia que todo lo pervierte;
los Ángeles y los Demonios nacen del mismo vientre
hasta que la Pasión los guía hacia abajo,
o por el camino ascendente.

Yo les advierto, a todas las mujeres
que habitan bajo la máscara de esposas,
y a las dulces y tiernas madres,
que el destino nunca es justo.
Son las damas las que abandonan sus vidas
por la locura que brota de la desesperación.
Como la brasa que en la chimenea consume su calor,
el desdén derriba todos las murallas.

El mundo es cruel al juzgar estas cosas,
un gran mal y un gran bien
se alimentan del mismo seno.
El Amor nos convoca y nos desgarra,
cubriendo nuestros hombros con sus alas;
Y lo mejor bien puede ser lo peor,
y lo odioso ser lo deseable.
Usted debería agradecer que esta pena se haya ensañado así,
pues el Demonio ha enterrado al Ángel que hay en mí.
Ella Wheeler Wilcox.

martes, 20 de noviembre de 2012

Le di la mano a Woody Allen





Vivir a veces se te hace tan cuesta arriba que no sabes cómo te la apañas para seguir vivo. Si, yo he sido de esos cobardes que ha querido irse antes de tiempo, cosa de la que me arrepiento con todas mis ganas, pero es verdad que en esos momentos que no ves más solución a tu vida, la única solución que se abre ante ti es la autolisis.

Siete veces he atentado contra mi vida y dos de ellas he estado a puertas de la consumación total, pero hay algo que me quiere mantener con vida, una especie de intercepción que me bloquea el finiquitamiento. Será importante que viva, pero yo personalmente no veo la relación de la importancia de que esté aun aquí.

Sigo con mi pena porque soy difícil de entender cuando se profundiza conmigo, soy súper ordenado para unas cosas y para otras soy un dejado, grabo películas que no veré en mi vida, descargo libros que no leeré en mi vida, compro cosas que no me hacen falta por puro egoísmo, leo con ansiedad hasta el punto que me meto tanto en la trama que me parece estar viviendo la novela, la música es el motor que mueve mi vida, necesito escuchar acordes aunque no les haga caso, como ahora, que estoy escribiendo esta especie de exculpación mientras estoy escuchando un Mp3 de Gothic Metal.

No me gustan los sitios con mucha personas, me siento ausente en cualquier reunión, me evado de la realidad inventándome historias, mi único vicio es la cerveza sin alcohol y escribir me evade tanto que me permite soltar toda la morralla que guardo en mi interior. Y la verdad sea dicha, tras destrozar numerosas neuronas, cosa que en un futuro me pasará deuda, me siento muy inteligente (en un test de inteligencia saqué 135) pero soy incapaz de darle rienda suelta a mi portento.

Sin embargo hay una asignatura pendiente en mi vida que es el amor. No hay cosa que se me resista más que enamorar a una chica, ya sea en la vida real o en internet, en los dos sitios suspendo. Y si, de acuerdo, soy un pseudo frikie con un pelín de sobrepeso, con barba y cero músculos, vamos, el ideal de cualquier fémina, pero sustituyo todo eso con el intelecto, que es una baza muy importante, pero en los tiempos que corren has de ser un adonis cariñoso y seguro de ti mismo para comerte un colín. Y yo soy la persona más insegura conmigo mismo que puebla el planeta, Tito Woody Allen y yo nos podemos dar la manita.

Luego soy muy inseguro de mí mismo. Dudo un montón por cualquier cosa, eso si, cuando algo se me mete en la cabeza, va a Roma. Y me dejo llevar por cualquier afluente que me deposite en el rio y de allí al mar. Todos nos merecemos una oportunidad, lo malo es la altura de esa oportunidad. Y yo soy alto, pero me complico marcándome metas y me siento más a gusto pensando que he sido muy exigente conmigo mismo dejándola de lado que poner empeño y con un par seguir adelante con mis sueños.

Antonio Jiménez

jueves, 25 de octubre de 2012

El Dios Astur




Sobre el asfalto diáfano corrían dos caracoles
enseñando sus órbitas al Sol, cumpliendo cada
uno con las reglas que le establecía el Dios
Astur, que cabalgaba a lomos de un corcel
ciego mientras se aventuraba a seguir los
pasos de sus antepasados, aquellos que con el
silencio solían vagar por los edificios de
marfil, oro y marisco, dejándose abrazar
por niños castrados que odiaban su voz, ante
lo cual podían lavar con la esponja a las sílfides
de los edificios de marfil, oro y marisco, pero no
podían hacer uso del placer en sus cuerpecillos
porque les habían sesgado la razón de vivir.
Entonces el Dios Astur bajó por la inclinada
pendiente que formaba los legados de cinco
mil aromas de dama de noche, blandiendo su
espada, dirigiéndose con su atronador grito
a los hijos de la lucidez en la plaza del
rocío, cortándoles uno a uno la cabeza en señal
de su deidad, carcajeándose en cada cercenada
y lastimándose de no ser lo suficientemente
cobarde para sesgarse de un tajo su cuello y
terminar así la pesadilla de su orgullo y
celos mal infundados ya que los mortales
nada podían hacer con las inmortales, punto
aparte que él como Dios no podía morir nunca.
Los caracoles seguían su carrera ajenos a todo
lo que sucedía a sus espaldas cubiertas de moho.

Antonio Jiménez