jueves, 25 de noviembre de 2010

Ensordecer el cabello


Cuando cambie el tiempo pensaré en Luxor,
tu y yo, juntos de la mano atravesando el bosque
donde se abriga el roble, sonriendo por medio
del tedio ignorando la bellaca rutina que
ilumina tantas vidas desperdiciadas. Cogeré
la cámara e inmortalizaré el momento de dos
amantes abrazados al latido de un bramido
que se vuelve más constante a fuerza de achuchones.

Entonces preguntarás al ruedo qué es el miedo,
contestándote vivir mi vida sin tu aliento.
Me asirás con ganas y me besarás hasta centrar
las fuerzas de dos lenguas  que se mueven por
compases de amores repetidos a través de los siglos,
pero saboreando el rincón sólo compartido por
ambos tunantes de este amor tan vibrante.

Iremos al hogar en roca de nadie, desnudando
nuestras vidas a golpes de besos y abrazos por
complacer muestra felicidad buscando yo el seno y
tu el coseno; de mis partes florecerá capullo reinante
que buscará monte de Venus en oscuridad fragante
con olor a miel y jugo de bogavante, iniciaremos
una dulce recompensa por sentirnos en carnes
del otro, viviendo con desplante un despunte al
fuero del orgullo nato, pues con vigor deshojaremos
preludios de ángeles y palparemos juicios de pasiones,
terminando con un resuello que ensordecerá el cabello.

Antonio Jiménez

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