miércoles, 10 de noviembre de 2010

De pronto


No sé a ciencia cierta cómo describirlo, tampoco sé si la definición antes usada sería la correcta para expresarme, pero lo real era que la atmósfera estaba rara, como enviciada, como si hubiera tomado prestado más tonalidades grises de las que debiera. Todo el conjunto se compenetraba o completaba, no sabría bien ahora mismo cual de las dos palabras se ajusta mejor, como de una neblina que para nada parecía eso. Es más bien la sensación que tengo cuando anochece y me cuesta más trabajo distinguir las cosas que tengo alejadas. Todo lo anteriormente dicho es una redundancia que se puede resumir en que el ambiente estaba enrarecido, pero como me permito pensar más de la cuenta, pues me explayo. Me encontraba con un equipo de música portátil, de esos planos con la única función de CD, sin escuchar música. Estaba frente a una casa donde, desde dentro, se me invitaba a entrar, pero no accedía a ello.

De pronto estoy dentro de la casa y quiero salir por un minúsculo cuadrado por donde ni cabe mi cabeza. Incompresiblemente a mi razón, pasé por allí y estaba de nuevo fuera. Ahora tenía en mi mano un coche de juguete y una niña del interior de la casa tenía el equipo de música. Luego llegó un amigo de mi infancia preguntándome el por qué de no entrar en la casa. Le contesté que había estado y había salido, y me refirió que eso no era lo acordado, que me esperaba para dormir juntos. De pronto me vino a la memoria que mi amigo y yo estábamos saliendo juntos, que yo era gay pero por alguna extraña razón, no quería admitirlo.

Ahora me encontraba de nuevo en el interior de la casa, en el patio. Estaba desnudo y la niña del equipo de música me dio la tela de un paracaídas para taparme. Con ella me hice una toga al modelo romano y entré en la casa. Estaba mi amigo, mosqueado conmigo y su madre no paraba de preguntarme porque no me duchaba. Le dije de acuerdo y abandoné la salita y entré en el cuarto de baño, que estaba en el patio. Dentro se encontraba mi padre, que me estaba encendiendo el termo de agua caliente. De pronto, desapareció de escena. Ahora llevaba un vestido al estilo africano y me lo quité, me duché con agua fría y me vestí de nuevo con mis ropas habituales. Al salir, me fijé en el reflejo de mi cara en la ventana de la puerta del cuarto de baño. Pensé que no era para nada feo. Entonces me pregunté el por qué las chicas no querían acercarse a mí y me acordé de mi amigo. El estaba comiendo pipas en la salita, con cara de enfado. Me senté a su lado y en ese momento mi padre me despertó para ir a los bancos a ingresar las pensiones de mis hijos. Todo había sido un sueño.

Antonio Jiménez

1 comentario:

  1. Muy curioso tu sueño. En los míos, no me salgo nunca con la mía. No consigo obtener en realidad lo que quiero y me llevan mucho la contraria. A veces me asustan mis sueños porque alguno se ha cumplido tiempo después, supongo que a todos les pasa por pura probabilidad :))) así que precisamente, las noches que más disfruto son, las que paso despierta o las que no recuerdo lo que sueño. No quiero soñar si no es despierta que es donde mando yo :))) Besos.

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