No dejo de preguntarme

Se me hace un propio nudo que va más allá

de lo que conozco. Soy tunante y maldito

pero la verdad es que muero por amar y sufro

por no poder hacerlo. Las circunstancias mantienen

dos ligas en cada bracero, y yo soy portador

de corazón roto por no hallar consuelo con quien

poder besar mis labios para acariciar sus

suaves geranios. Tan solo alguien con quien

disfrutar los días y aliviar mi peso pido,

pero esta visto que soy mortal en calidad

de sujeto impar con el número singular.

Callo en la sombra y maldigo mi hora,

supuestos de peor calado son bien allegados

y yo sigo solo sin encontrar pareado.

Mis ojos cansados de lágrimas ya brotan

con rabia su nota de nostalgia por verme

sin más compañía que mi estampa. Lúgubre

se ha convertido mi vida, que paso entre brumas

por no poder condensar amor en busto de plumas;

quizás mi corazón es demasiado grande, derrochando

vaguedades por pasiones no encontradas. Tantos

fracasos han mellado mi alma, pero aun confío

encontrar mujer a la que poder amar por siempre.

Sé que en estos tiempos que corren es tan ilógico

como utópico, pero no quiero dar rienda suelta

a un no poder sin rebuscar ese querer

que tanto me cuesta. A veces la historia se

escribe con huellas de sangre y labia en desaire;

es ese el motivo por sentir este vacío tan grande

que me consume al instante. Puedo escribir glorias

e ínfulas, describir puertos y recitar cuentos, pero

este vacuo interior que sin latido me deja

es tan duro de llevar como de llenar. No comprendo

como teniéndolo todo no me conformo y lloro por

sabores ya degustados y de intereses desorbitados.

Quizás deba ser realista y dejarme de pamplinas

para amar por siempre y en exclusiva a mis hijos

del alma. Si este es mi destino, sea con calma.

Antonio Jiménez