lunes, 29 de noviembre de 2010

Hambre de fiambre


Hice el amor a las 20:50 en el boulevard
de la fama mientras la cama chirriaba
con notas de sexo sin seso por donde dar
dio y por recibir ni un miserable níquel le daba.
El fantasma de mi compadre se me apareció
entre tablas queriendo ron y tomar el coño que sin
quererlo ya ni gozaba. Maldita su estampa y recio
desplante su estirpe pues alejó mi esencia del confín
de aquella estancia sucia y maloliente.

Atravesé el lupanar con hambre despierta pero
el rugido de mis tripas solo daban miserere
a un compás dirigido a despreciar el desespero.
Las tropas de chulos no vieron con buen relé
cenizas en despojo por no pagar su mercancía;
sacaron sus seis muelles y rajaron el aire
buscando parte de miedo en mi cuerpo. Recé
oración sin dueño y salí corriendo tragando sangre.

Creí despertar el desoriento, pero tras de mí
vi los jinetes buscando mi cuello. Maldije sus
estampas y crucé la vía buscando consuelo en
un atropello. Nadie aparecía y mi mente trajinaba
un asueto con el diablo mientras los galgos
daban presa a su pieza. Con mil reflejos
vi clavarse hojas sin fundamento, sacándome
las tripas a la luz del cielo. Suspiré, caí y fiambre fui.

Antonio Jiménez

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