martes, 6 de julio de 2010

Pulpo surrealista



Son segundos lo que cae en las calles, y están cayendo como hacía tiempo no se recordaba que hicieran. Son las 23:78 de la mañana y la tarde huele a pescado. No es un olor agradable, siempre hace acordarme de las altas cumbres del valle. Debería ducharme, pero opto por no peinarme. Me desvisto del traje azul a rayas y decido ponerme el fucsia sifón. Debo ir discreto. Hoy me toca vigilancia. He de seguir por todas partes al bastardo hijo del secretario ilegítimo de la segunda criada descalza del Sr. Tomillo, un asunto muy delicado, diríase incluso que encallecido. Los bastardos estaban al alza en los índices bursátiles, pero este siempre se excusaba de llevarlas alegando que su metro setenta y siete de altura eran idóneos para librarle de tan pesada carga. Los genes no se portaron bien cuando llegaron a su masa gris, era evidente. Pero debía seguirlo, y como no tenía ni pajolera idea de por donde hacerlo, me rasqué los huevos, saqué brillo a mis zapatos y me dispuse a visitar a Victoria, seguro que tenía información, y si no la tenía, seguro que tenía al menos ese par de tetas que tan cachondo me ponía siempre.

En casa de Victoria, tras sortear los segundos como pude, me encontré con ese buen par de tetas pero nada de información sobre el bastardo. Sin embargo, en aquella casa noté un penetrante olor a bacalao añejo, seguramente preparado al pilpil. Mi mente investigadora de tantísimos años dedicados al descubrimiento criminal supo al momento que ese embriagador olor sólo podía provenir de un sitio: el encantador coño de Victoria. Sopesé en 1 segundo si aquel bastardo podía esperar y me sobró ¾ de segundo. Pedí a mi querida Victoria una barra de pan, su tarifa habitual y subimos a celebrar que no tenía ni puta idea de donde se encontraba semejante cabrón bastardo.

Aquel bacalao me supo a gloria. La Victoria sabía hacerlo con delicadeza. Dejaba el coño bien abierto, se excitaba un poco al frotarse el clítoris y de pronto podías observar cómo iba llenándose aquel hueco profundo de un líquido blanquecino, como mocos a los que ibas mojando sopas con el pan e ibas comiéndote tan suculento néctar de bacalao que te dejaba sin respiración. Al finalizar uno de los mejores platos que hombre alguno pueda probar en su vida, llegaba el postre, quitar con la lengua todas las migajas de pan que hubieras podido dejar en su cuevecita mágica.

Pero eso ya pasó, mi tarea ahora se centraba en buscar al bastardo. Y otra vez estaba en bragas. Con la tontería me puse las bragas de Victoria en vez de mis slips. Me he dado cuenta porque se me mete la parte de atrás por la raja del culo. Con la incomodidad debía seguir la búsqueda. Ya por lo menos no llovía segundos. Los sapos empezaron a trinar en las ramas de los nenúfares y el cielo pasó a ser de su acostumbrado color ocre. Un día precioso dio paso tras la secada y yo dándole al coco que me acabo de encontrar en un paso de triatones pero que no se me abre el jodido. En este justo momento me llega Carlitos, un caza recompensas maricón pero con una mala leche y me saca su pistola y me dispara, rompiendo el coco que llevaba en mil pedazos. Ahora se pone a llorar y me dice que vaya mierda, que le da pena la leche del coco y que va a tener que seguir con la mala leche en la boca. Yo le digo que la próxima vez no se trague la de su… pero su mirada me hace recapacitar. Se le ha caído un ojo. Ser maricón y tan vicioso supongo que tendrá sus peculiaridades.

Ya estoy hasta la polla de buscar al bastardo de los cojones. Se me acerca un viejo profesor de mi escuela que me ha oído hablar y me dice que no he utilizado suficientes insultos, a lo que le respondo que hace mucho tiempo que fui a la escuela joder, me cago en la puta, las jodidas cosas se olvidan, ostias. Ahora se fue un poco más satisfecho. Pero yo tenía ganas de ir a mi casa, de ver la telenovela y de acostarme. Además, tenía que sacar la basura, que ya me estaba jodiendo bastante, y ya pronto se hacía de amanecer. Ya le pondré alguna excusa al Sr. Tomillo, que como es medio tonto se lo cree todo.

Aaahhh, al fin en casita. A ver el congelador como está para sacar la basura. Bien, ya puedo sacar este codo, este pie, este muslo, este cuello, no, las manos no, que me pasaron el otro día una receta para hacer el pulpo y como esto se le parece la voy a probar con ellas, los ojos, la nariz, las orejas, todo para la basura, el antebrazo, el pecho, el culo, la polla, mira que te lo dije, bastardo, no te metas en mis cosas, y con mis cosas te decía Victoria, los huevos, los hombros…

2 comentarios:

  1. ¿Pero esto no tenía que ir en el otro blog del Sr. Tomillo? es que me estaba descojonando de risa y no pude dejar de asociarlo con aquel último relato del museo....

    BeXotes SoLea2

    Xim

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  2. Si, el otro lo tengo un poco más olvidado por cosas del prestigio, jajajajajaja

    Besotes

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