Leyendo poesía tumbado en mi cama
imaginando surrealismo sueño de ver follando
a Charles Bukowski con Allen Gingsberg, clara calma
de idea desechada por inverosímil, ya que odiando
los beatniks el borracho, poco polvo
puedo imaginar.
Tengo muchas influencias y me dejo llevar
por versos consumidos en frentes consumados
de eruditos bardos
que calentaban sillas escribiendo en vano
banas glorias e ínfimas fobias
de lo sufrido y vivido
en cuerpo presente
y mente
brillante,
como idear frase propia el refrán más usado;
cosa que hace mucha gente y ya se sabe:
recurso de muchos,
necedad de lustros.
He aprendido a componer y disponer
a voluntad
ideas que vienen y van
para poder importunar
o sólo impresionar
con improntas de huestes formales,
orgullo de madre coraje,
simple paranoias conspiradoras
de máquinas amasadoras
que recogen trigo inflado
y devuelven higo trillado.
Si algún día me preguntaran qué es la poesía,
contestaría sin dudarlo
contestaría sin dudarlo
vida que recorre páginas
doblando esquinas,
esquivando ruinas,
llegando a minas,
donde su eco deja impronta
de pronto auxilio a un corazón
que henchido llena sus arterias de savia
nueva con cada estrofa que resuena
por mente del lector
que lee con distinción
como se desarrolla por discreción
poema escrito sin vacilación
para deleite
del ojete
que presta atención
a todas las rimas creadas para la ocasión.
Antonio Jiménez
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