viernes, 29 de octubre de 2010

El último de su estirpe


Decir que esto es un episodio, una aventura, un relato, una chanza, un biruji o un lamento sería tan osado como estar seguro que estás leyendo esto y no te lo están narrando. Lo que podemos asegurar sin perder una pizca de la supuesta vergüenza que nos caracteriza a los habitantes de Lucania, es que esta peculiar narración está sembrada por el mayor literato que ha parido madre por estos andurriales. Hechas las pertinentes aportaciones cuestiotiniarias que se pueden originar tras la ingesta de semejante elaboración, pasemos a lo que nos permita la imaginación de cada cual teniendo en cuenta no perder la razón por lo delicado del tema.

Esta es una ciudad que si ha de pasar a la historia lo hará por sus vampiros. Desde los primeros albores del circuncidar del sol bajo su espectro mortecino en forma de noctámbula oscuridad, nos vemos acojonados ante la presencia de los bien llamados hijos de la noche. Son tan peculiares en nuestra Lucania natal que solo se quedan en ella, alimentándose de los aventurados turistas que van en tromba a su parque temático en busca de emociones fuertes. En la entrada ya aparece un sombrío rótulo que anuncia la parte no responsable por parte del parque de cuantos desaparecidos se puedan contar por noche. Si bien es sabido que los vampiros se alimentan de sangre, estos son más sanguinarios y carniceros pues además se alimentan de la carne humana que previamente pasan por la “Turmix 5000” que da buena cuenta de los cuerpos para alimento de los más longevos y jóvenes, pues su alimento base son las papillas. He de matizar que estos vampiros son tan pringados que envejecen y la palman de viejos. También procrean entre ellos y tienen retoños y todo ese coñazo.

Uno de los vampiros, Ataulfo, es un caso paradójico porque es alérgico a la sangre. Se alimenta de leche a la que le echa granadina para simular al menos que es algo roja.  Ataulfo no ve con buenos ojos eso de los asesinatos en masa, más que nada porque le duele una barbaridad eso de sacar colmillos, y cuando su padre le obliga a matar, prefiere hacerlo a manotazos que a colmilladas. El caso es que Ataulfo es un flacucho y se puede tirar toda la eternidad para matar a un humano, y ya hemos matizado que son mortales, chupa sangres, pero mortales. Una vez se compró unos colmillos de pega y lo intentó con ellos, pero se doblaban en el cuello de aquella gorda que le había tocado matar. Su padre se desesperaba con él, y Ataulfo mira que le pone ganas, pero para mí que es un  caso perdido.

Además, otra cosa que llama la atención de Ataulfillo, como lo llaman todos, es que, como es tan feo, no liga. Un día quiso montárselo con un cuerpo humano ya muerto, pero no se dio cuenta que era un hombre y se la endiñó por el ojete encontrando aquello seco, duro y muy angosto. Le dolía un montón el pijo, y cuando se dio cuenta del error, se maldijo y salió corriendo. Desde entonces solo se lo monta con las cabras del pueblo.

Pero un buen día, a un católico mientras se hacía una paja se le cayó un trozo de escayola del techo y soñó con San Críspulo. Este le dijo que tenía una misión divina para él. Que debía primero terminarse la paja, y luego reclutar a 5000 fieles devotos del catolicismo más profundo e ir a Lucania a terminar con aquél pozo infesto de hijos de Satanás. Despertó del golpe, se terminó la manola y fue a la televisión local de Mezquinia a propagar la dicha divina para procurarse el ejército exterminador de los chupa yugulares.

Aquí hay un salto de tiempo en el que el pavo, que se llama Ezequiel, creó una horda de fanáticos borreguillos cargados con estacas y balas de plata y cruces y ajos, que no servían para nada pues estos vampiros se morían con un simple resfriado. Vamos, pero como en todas las americanadas sale, pues lo pongo. La música de fondo es de Trevor Horn, por poner uno baratillo. En el cameo pongo a George Clooney, Susan Sarandon, El presentador de días de cine (que no sé cómo se llama) y Ron Jeremy, que me cae muy bien.

Llegan a Lucania y se lía la salvajada. BOOORRRROOOOMMMMMMMM Y CUENTA NUEVA. No quiero dar detalles, pero murieron los 5000 hijos de Ezequiel y todicos los vampiros menos Ataulfillo que se encontraba en ese momento en el campo endiñándosela a una cabra. Cuando volvió para la cena y se encontró el marrón, se le escapó una lágrima, prendió fuego a todo aquello y vivió toda su vida en el campo, rodeado de cabrillas que le daban sexo y leche. Ya no le importaba colorearla para que simulara sangre. Total, ¿quién se iba a enterar si era el último de su estirpe?  
 Antonio Jiménez

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