Si bebieras de la misma fuente
donde yo bebo te darías cuenta,
alma mía, que tal como me calma
la sed me llena de impostura,
pues no sé cómo pero sabe lo nuestro
y cree vencido un sujeto,
sin más predicado,
que el añorarte a cada minuto pasado
por sentir tu fragancia.
Quiero pero no puedo
sentir sin herir
más silencio del vivir
sin tu aliento.
No acompañes tu realidad
con votos de castidad,
pues me siento tan absorto
contemplando mi desdicha
que reviento ante la seguridad de no poseerte.
Mi cándida luz ya ni ilumina
un cuerpo dolido en mil llantos,
quisiera compartir mi vida contigo
pero es tan esquivo tu refugio;
yantares de destino cruel,
fijo la memoria en un dicho cierto:
-No es más necio quien espera
sino quien desespera-
y yo solo sé que por ti mi vida vuela.
Antonio Jiménez
Vivir sin respirar el aliento del amado es condena a cadena perpetua en cuerpo abandonado a la tristeza. La desesperación seguirá siendo el reloj que marque tus horas mientras ella no acuda libre y dispuesta a tu presencia. Besos de una necia, que ya nada espera.
ResponderEliminarNo digas que eres necia. No te lo permito. Y esperas mucho, pero mucho. Tienes un marido que te quiere una barbaridad y una hija que es un primor. Escribes con un gran talento y posees grandeza de personalidad y genialidad a raudales, aparte de ser base de un blog muy ingenioso y con chispa, eres rebelde y a ratos ingenua, pero muy sensata. Eres grande, Lisset, vales mucho, de corazón te lo digo.
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