A veces imagino por un momento
estar en pellejo de mafioso
en la Sicilia de naranjos y almendros,
recreando en mi mente ser celoso
de mi cometido siendo el más
vil asesino de todos los tiempos.
En verdad es un mundo que me atrae
como a otros les gusta ser bombero,
pero mi conciencia no me permite
tales menesteres de ser sicario,
aun pensando que en esta vida
más de uno se merece un recado.
Son muchas las películas
y demasiados los libros
que me he tragado
de ese mundillo tan entusiasmado
que podría recrear hechos y memorias
de sicarios, putas, políticos y policías.
Amar como han amado,
follar como han follado,
beber como han bebido,
matar como han matado,
sobornar como han sobornado,
¡si es que todo lo han hecho con arte y ensayo!
Sería puesto a elegir el capo
de capos, pues me gusta dar consejos,
y sentado en un sillón tras escuchar
las rogativas de mis elegidos,
diría con voz grave sentencia formal
con rigor y seriedad para ser temido.
Y para poner punto final
una muerte especial:
morir ultrajado a manos
de un vendido que creía hermano
y no pasaba de ser
avaricioso del deber.
Antonio Jiménez
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