Nuestra es la vergüenza y el dolor
pero la desgracia es sólo mía;
tu amor fue oscuro y profundo,
el mío fue como el amor del sol por las flores
que crea con su brillo.
Yo era diligente para explorarte,
floreciendo tallo por tallo,
hasta que el fuego de mi creación te arrojó
quemando hacia la última frontera de la Angustia,
entonces fui rechazado.
Conocí tu dolor, y quebró
mi delicado nervio de artesano;
tu cuerpo se encogió en mi pulso,
y mi coraje fracasó al intentar darte
la última y bella tortura que merecías.
Eres esbelta, adornada,
pero opaca y abatida en la carne,
la cuál, habiéndola penetrado con implacable
y ardiente angustia, fue consumida
en una adorable y brillante mortaja.
Como una ventana pintada: el refinado
sufrimiento arde a través de tu carne,
desnúdala y bendícela con la temblorosa
dulzura de la sabiduría: porque ahora
¿Quién se llenará de nuevo en ti?
¿A quién consumirás en libertad,
con la escoria y el terror de tu cuerpo,
desde que tu fuego ha fracasado en mí?
¿Qué hombre se inclinará sobre tu carne
para penetrarla con la gimiente cruz?
Una silenciosa, casi una cosa bella es tu rostro,
que me llena de vergüenza
al verlo endurecer,
torciendo la imagen perfecta de Dios,
y oscureciendo mi eterna fama.
pero la desgracia es sólo mía;
tu amor fue oscuro y profundo,
el mío fue como el amor del sol por las flores
que crea con su brillo.
Yo era diligente para explorarte,
floreciendo tallo por tallo,
hasta que el fuego de mi creación te arrojó
quemando hacia la última frontera de la Angustia,
entonces fui rechazado.
Conocí tu dolor, y quebró
mi delicado nervio de artesano;
tu cuerpo se encogió en mi pulso,
y mi coraje fracasó al intentar darte
la última y bella tortura que merecías.
Eres esbelta, adornada,
pero opaca y abatida en la carne,
la cuál, habiéndola penetrado con implacable
y ardiente angustia, fue consumida
en una adorable y brillante mortaja.
Como una ventana pintada: el refinado
sufrimiento arde a través de tu carne,
desnúdala y bendícela con la temblorosa
dulzura de la sabiduría: porque ahora
¿Quién se llenará de nuevo en ti?
¿A quién consumirás en libertad,
con la escoria y el terror de tu cuerpo,
desde que tu fuego ha fracasado en mí?
¿Qué hombre se inclinará sobre tu carne
para penetrarla con la gimiente cruz?
Una silenciosa, casi una cosa bella es tu rostro,
que me llena de vergüenza
al verlo endurecer,
torciendo la imagen perfecta de Dios,
y oscureciendo mi eterna fama.
D.H.Lawrence
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