lunes, 26 de abril de 2010

Fronteras



El Diccionario de la Real Academia Española tiene cinco definiciones para la palabra Frontera, pero yo me quedo con la primera, que es la que me interesa: “Confín de un Estado”, así de conciso. Yo soy persona que no cree ni en Fronteras, ni en Banderas, ni en Estados, ni en nada que me haga partícipe o me obligue a algo en lo que no esté de acuerdo. Por ejemplo, soy un ferviente pacifista, no porque le tenga miedo a la muerte, cosa que tras mis cinco intentos frustrados de suicidio a quedado patente que no, es más bien que no veo la necesidad de tener que entrar en combate porque al cabrón de turno se le haya cruzado los cables. Tampoco tengo sentido patriota porque lo veo ridículo. Las circunstancias me han llevado a nacer aquí, y no es por eso que sea mejor o peor que un americano, marroquí, chino, alemán o moscovita. Todos somos personas, seres humanos en definitiva y lo único que nos diferencia es el idioma que hablamos y el color de la piel, aspecto este que se debe a una cuestión evolutiva. Así que por qué debo decir a grito pelado “soy español”… me parecen todos aquellos que lo hacen seres de una capacidad mental próxima a la de los gusanos y que han evolucionado menos que la iguana de Karmilanchú. Si todos aprendiéramos a convivir en paz, sin fronteras, sin regidores, sin religiones, sin opresiones, dentro de un orden pero no impositivo, sino adquirido, nos irían mucho mejor las cosas. Pero la humanidad nos empeñamos en sacar lo peor de nosotros mismos, y así nos va, viviendo en nuestras jaulas estatales, creyendo que somos libres, pero en definitiva presos de una nación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario