Hoy me he levantado a las 9:00. He pasado el día en Córdoba con mi familia y estoy un poco cansado, con lo que no tengo muchas ganas de escribir, pero me he obligado a hacerlo, y aquí estoy manos a la obra. El día ha estado bien salvo una cosa, y es que cuando una cosa se quiere torcer, no se preocupen, se tuerce. Yo ya lo tengo asumido. Resulta que salimos de Lucena a las 11:30 para ir antes de comer a la “ciudad de los niños”, una especie de complejo con muchas actividades para los más peques, con tirolinas, columpios, toboganes, multitud de cosas raras que no sabría cómo definir, mini excavadoras, pozos de agua con sus desagües, en fin, un parque para que los padres llevemos a nuestros hijos a que campen a sus anchas. Aparqué en una calle no muy lejos de allí, y cuando fuimos a por el coche, no estaba. No donde yo creía haberlo aparcado. Vi una señal que ponía aparcamientos para motos que antes no había reparado en ella y claro, como las dependencias de la policía local están justo al lado, pensamos que se llevo la grúa el coche. Pero a mí me extrañó no ver pegatina alguna. Fuimos a la dependencia de la policía local a preguntar si allí estaba el depósito municipal y mi coche. Pero allí no estaba. Está en el Campo de la Verdad, me dijo el agente, o sea, casi en la otra punta. Le pregunté si no dejaban pegatinas cuando se llevaban un coche y me dijo que si. Le comenté que yo había aparcado en la zona habilitada para motos sin darme cuenta, que si por eso se lo podría haber llevado la grúa, y me contesto que si. Total, que buscamos un taxi para ir al depósito municipal porque él no quiso ponerse en contacto con ellos para preguntar si estaba mi coche allí. Cuando llegamos, miré en el patio y no vi mi coche. Pregunté por él, y me dijeron que no tenían constancia de un Seat Córdoba matrícula Co-2461-AV. A mis padres les cambiaron la cara. Ya se pensaron lo peor, o sea, el robo. Para colmo el municipal encargado de las dependencias municipales del depósito de vehículos nos dijo que era muy frecuente que robaran coches en Córdoba para ir a los polígonos a por droga. Nos invitó a que fuéramos a una comisaría de policía a poner la denuncia, y le dijimos que eso haríamos. Salimos de allí, y como eran cerca de las 15:00, les dije a mis padres que antes de poner la denuncia íbamos a volver a mirar en otras calles por si acaso, pero que antes de nada íbamos a comer. A mi padre aquello le sentó como un tiro, pero yo sólo pensaba en mi hija, en el hambre que tenía. Como le dije que íbamos a comer al “Confucio”, que está por el Vial Norte, cogimos otro taxi que nos llevó hasta allí. A mi padre le llevaba los demonios. Mi madre estaba en lo peor. Para ella, nos habían robado el coche. Mi hija y yo estábamos disfrutando de la comida. Yo en parte porque el municipal del depósito preguntó si estaba seguro de la calle, que en aquella zona las calles se parecen mucho y cuando dijo eso me vino una especie de flashback indicándome que el camino de ida fue más largo que el camino de vuelta. Yo se lo hice saber a mis padres, pero los pobres no entienden de palabrejas raras ni confían en su hijo. Ellos sólo querían ver hechos. Cuando terminamos de comer, mi madre y mi hija se quedaron en la estación de tren, por si acaso no estaba el coche, para que no se pegaran la paliza de ir andando tan lejos, puesto que el coche estaba aparcado cerca del cementerio de San Rafael. Fuimos andando mi padre y yo y al final, al cabo de unos veinte minutos a paso ligero llegamos a donde creíamos que estaba. Seguimos hasta la siguiente calle y ya a lo lejos lo vi. Se lo dije a mi padre y ya se tranquilizó. Estaba de los nervios. Yo estaba tranquilo por lo que antes he mencionado. Nos montamos en el coche, di marcha atrás y me metí sin darme cuenta por una calle en sentido contrario. Y en ese preciso instante llegaba un municipal con su motocicleta al cuartel. Como es obvio, me paró y me apartó a un lado de la calle, un carril exclusivo a bomberos, como él me hizo saber. En ese preciso momento pensé que la había cagado, que al final de todo tenía que ocurrirme algo este día. El municipal me pidió los papeles y me dijo que me tenía que poner una multa, que me iba a poner la mínima y que no me iba a quitar puntos, pero que me tenía que multar. Respiré aliviado. Dentro de lo malo, no es lo peor, pensé. Mi padre como está sordo no se enteró de nada. Tuve que explicárselo todo. Llegó un compañero del municipal y estuvieron hablando los dos en la calle. A los cinco minutos aproximadamente me llega con la denuncia. Me dijo que como era mi primera multa en Córdoba, me había puesto cero euros. No podía dar crédito a lo que oía. Un municipal enrollado. Leí la multa y efectivamente, su cuantía ascendía a cero euros. La firmé y nos fuimos a por mi madre y mi hija. Cuando las recogí, pusimos rumbo a Lucena y este ha sido nuestro periplo por la capital.
Bueno, por hoy se despide vuestro humilde servidor
AJJ
Música que he escuchado mientras elaboraba la entrada:
Lacrimosa - Sehnsucht (2009)
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