jueves, 24 de junio de 2010

Odio el verano



Sé que a estas alturas odiar el verano a nadie le extraña, al igual que escribir en un blog, cagar, o beber agua. Pero yo odio el verano, cago, bebo agua y, para colmo, aconsejado por una amiga, empecé hace tiempo a escribir en este blog en plan serio. Bueno, nadie es perfecto y el más imperfecto de todos, menos aun. Y el porqué de este odio canicular que me devora literalmente las entrañas… Pues ya está dicho: Diarrea. Empieza el estío y el sacrosanto líquido marrón que mi ojete libera por impulsos irrefrenables empieza hasta que decide decir ¡basta! un buen día y el chorrillo se vuelve otra vez en plasta compacta. Pero tengo más motivos para odiar el verano: la típica música que desde fórmulas radiofónicas pretenden ser la pauta bailable para una sensual sesión de erecciones a catetos pueblerinos con pasta ahorrada tras las labores típicas de temporadas más gratificantes al laboreo campestre. Hala, borreguines, a dejaros el pastizal ganado con vuestro espinazo en whisky mata neuronas mientras suena una música “enlatada” o prefabricada por cualquier programilla cutre bajo Mac o Windows mientras las parejas se marcan bailes que parecen invitaciones a bacanales romanas. De hecho, yo cada vez encuentro cada vez más parecido entre nuestro tiempo y el declive de todo grande imperio… ¿Significará esto que estaremos presenciando la caída del imperio Norteamericano? Si esto fuera posible, ¿Qué imperio lo sucedería? Todos contestareis que el asiático, ya que Napoleón Bonaparte predijo que China era un gigante dormido al que era mejor no provocar… pero China ya mismo estará en conflicto con otros países indo asiáticos, como la India, por poner un ejemplo, cuando por culpa de la subida del petróleo ambos países se culpen entre sí por haber llegado a extremos de tan execrable competencia. Claro, todo ello auspiciado por algunos cabroncetes miembros de clubs o corporaciones que no tengo ganas de nombrar, porque no se cómo cojones se las componen, que al darles nombre, ése, al menos en mi boca, suena y sabe a mierda. Por eso odio el verano, por la mierda principalmente.

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