martes, 22 de junio de 2010

La meretriz catalana



Hoy me apetece hablar de algo que ha ocupado parte de mi vida pasada. Me refiero a mi relación con las prostitutas o putas o putarronas o chochos de alquiler o reposo del guerrero o como quieran ustedes llamarlas. Me faltan dedos en todo el cuerpo para contar las veces que he estado follando con ellas y me voy a centrar en contaros una experiencia que tuve con una de ellas. Da la casualidad que siempre que he ido de pilonguis estaba mamado, lo que viene a demostrar que por mi mismo no hubiera usado los servicios de dichas señoritas, si no que el alcohol me llevaba a un estado de misoginia extraño en el que ridículamente sentía la necesidad de hablar con una mujer, y en mi estado pre comatoso no se me ocurría mejor manera que hacerlo pagando. Las putas se portaban muy bien conmigo, ya que la mayoría excedía el tiempo que el puticlub tenía fijado. Una de las causas era que, como estaba hasta las trancas de ron o whisky, no me corría por mucho que meneara el culo la meretriz. Me han chupado la polla de todas las maneras posibles y en una ocasión un amigo me pago un servicio doble y mientras una me chupaba la polla otra me chupaba los huevos y me metía el dedo en el culo, pero eso último me jodía un montón por la longitud de su uña. Como os he contado, me voy a centrar en una de las ocasiones que fui, y es la de mi despedida de soltero del primer matrimonio.

Aquel día de 1997 estaba tan tranquilo en un Pub de Lucena cuando a mis amigos se les ocurrieron la brillante idea de ir a un Pub que regentaba una de las locas más mariconas que he conocido en mi vida. El ir a su local en las despedidas de soltero era como una especie de institución y claro, en la mía había que ir. Por aquel momento ya llevaba mi estómago su buena ración de 15 o 16 cubatas de whisky que es lo que bebía por aquella época. En el garito de la loca nos pusimos a cantar las coplas que sonaban por los altavoces y me llegó un botijo simulando un guardia civil con el pitorro en forma de polla. Pregunté qué coño era aquello y me contestaron que bebiera. Entre los cubatas y el jolgorio, le pegué un pedazo de trinqui a un líquido color semen que no puedo describir su sabor, pero apestaba a perros muertos y me pegó un puñetazo en toda la cabeza que flipé de lo lindo. No contento con aquello, mamé de la polla por lo menos 10 veces. Recuerdo que la loca no paraba de decir: “No sé si tenéis la polla muy larga o menos puntería que una escopeta de cañas, pero me habéis puesto el WC echo una mierda”. Todos reíamos jajajajajajajajajaja de pronto uno dijo: “Vámonos de putas” y cuando me di cuenta estábamos en el puticlub.

Los amigos me dijeron que me quedara quieto en un rincón, que me iban a dar una sorpresa y eso hice. Mi cuñado estaba entre ellos y me preguntó si iba a subir con una puta, a lo que le contesté no para tranquilizarlo, se fue a pedir a la barra y en eso que llegan mis amigos con una puta de Barcelona que habían escogido expresamente para mí porque era paisana mía. Me dijeron que tenía pagado el polvo y ni pensé en mi novia ni en boda ni en responsabilidades ni en suegros ni en el cuñado ni en pollas… bueno en eso si, porque la que mandaba era ella, mi polla y quería ñaca ñaca. Le di dos besos, la cogí de la mano, entramos al hall, compré la sábana de usar y tirar que hay que poner encima de la cama y subí con ella al polvatorium. Una vez en la habitación, me invitó a pasar al cuarto de baño, me pidió que me desnudara de cintura para abajo pues me iba a limpiar en el bidé la polla y así hice. Templó el agua y con solo rozármela se puso aquello que rompía tabiques. Al acercarse a mi cara pude olerle el aliento y le apestaba a tabaco. Tampoco le hice muchos ascos pues no pensaba besar su chupa pollas. Mi aliento debería oler a rayos entre la mezcla de whisky y el mejunje del botijo pollero. Cuando terminó me invitó a pasar a la habitación y terminé de desnudarme mientras ella se desnudaba a velocidad del rayo. Tenía un coño peludísimo para tratarse de una puta y una cicatriz enorme fruto de una cesárea, por no hablar de las tetas, que una giraba a Cuenca y la otra a Badajoz. Desnuda perdía mucho. Vestida estaba mucho más provocativa o al menos mi imaginación la imaginó mucho mejor, pero ya estaba pagada y no iba a hacer ascos. Por cierto, llevaba un benjamín, una botella pequeña de cava. Empezó a chuparme la polla y yo le pregunté que si iba así, al grano, a lo que ella me contestó que para que perder más tiempo y siguió con lo suyo. A los diez minutos paró y me miré la polla y estaba enfundada en un condón. La tenía flácida, mucho más que con su roce y cuando se la metí por el coño estaba tan reseco que hasta chirrió como si fuera una bisagra vieja. Estuve enculando unos diez minutos y tocaron a la puerta. El tiempo se había acabado. Yo le dije que nanai, que me tenía que correr, pero ella alegó que yo estaba muy bebido y que ella hizo todo lo posible, que veinte minutos es tiempo más que suficiente. Pillé un cabreo de tres pares de cojones y me quité el condón de un tirón llevándome por delante unos cuantos pelos de los huevecillos que no veas como dolieron. Todo el rato pensaba “menos mal que ha sido gratis” cuando me dijo “me debes cinco mil pesetas”. Yo flipaba, ¿pero de qué iba esa tía?, ¿tenía el morro de cobrar doble?, ¿me habrá visto cara de primo? “Pero si ya te han pagado abajo” le dije “No, guapo, lo que me han pagado es este benjamín” me soltó como un jarro de agua fría que me quitó de golpe la borrachera. Pagué las cinco mil pesetas, bajé abajo y me encontré a mi cuñado en la puerta del WC preguntando “¿Antonio, se te ha quitado ya la diarrea?”. Al pobre, como no me encontraba, le dijeron que estaba en el WC porque me había dado diarrea de pronto. Cuando encontré a mis amigos les monté un pitote que fliparon, pero esto no quedó así . A los seis meses de casarme, uno de estos amigos, borrachito perdido, nos vio a mi mujer y a mí y sin venir a cuento le dijo “Yo sé lo que te pasa, estás enfadada porque Antonio se fue de putas en su despedida de soltero”. Nuestra primera crisis matrimonial. Lo que me costó convencerla de que no hice nada. Le juré por activa y por pasiva que sólo hablamos, que me la habían pagado los amigos y aproveché para subir a conocer un puticlub por dentro. Por aquel entonces me quería mucho pues me perdonó. Luego dejó de quererme pues me mandó a tomar por culo. Así es el amor. Una montaña rusa en la que a veces la vagoneta se sale en una parte del recorrido.

1 comentario:

  1. Antonio, amigo mío, que pena que siempre te vayas de putas borracho :) la próxima vez que lo hagas, por favor, hazlo bien despierto, para que así disfrutes de la compañía de esas mujeres que hacen tan poco aceptado trabajo, aún no entiendo el por qué...Tus idas y venidas con las putas son como para hacer una comedia y tu despedida de soltero en fin, sin comentarios. Sobre la meretriz catalana, decirte que servicio al público malo hay en todas partes y te tocó una :) Lo que no sabía era que eras catalán... :) eso sí me ha sorprendido :) Creo que preferiría siempre que mi pareja se fuera de putas a tuviese una amante fija, pues las putas en general tienen sus propias vidas y no suelen querer nada con los clientes y a fin de cuentas, sexo no es amor. Me parece bien que tu pareja de entonces te perdonara por ello aunque no te creyera del todo... :) el amor es así de generoso. Besos. Te dejo con una música que a mí me inspira una sonrisa vertical :)

    Principles of Lust

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