miércoles, 23 de junio de 2010

Mi psiquiatra por televisión



Dicen que la soledad es una de las peores cosas que existen, pero la verdad es que yo me siento muy a gusto en ella. Soy hijo único y desde muy pequeño estoy acostumbrado a estar solo y cuento con una imaginación prodigiosa, con lo que la palabra aburrimiento apenas carece de significado para mí. Si no tengo a mano un libro o una revista o un cómic o un tebeo o una revista de pasatiempos, me quedo mirando el suelo y voy fijándome en siluetas que se van formando con tal y tal veta si el suelo es de mármol, con tal y tal piedrecita si es terrazo o con tal y tal parche si es granito. Si es de otro material, también me sirve, a todo le busco formas, no sólo a las nubes. Esa distracción me sirve cuando estoy esperando en la consulta del médico, pues he de ir cada dos semanas a por recetas ya que las medicinas que tomo para la depresión me esclavizan a ello. Recuerdo cuando estaba en el piso compartido de proyecto hombre que le expliqué esta práctica a un chaval de dieciocho años y se rió de mi ya que él sostenía que era imposible entrever nada fijándose en el suelo o en la pared. Así les va a la juventud, que carece de imaginación. Pero es que lo mismo le pasa a los críos. Por ejemplo, mi hija de diez años está todo el santo día frente al televisor o viendo Disney channel o clan tv o neox. No sabe jugar, y si me quedo un rato mirando la televisión con ella, cuando emiten anuncios, me mareo con el ir y venir de canales a toda velocidad por arte del zapping. En mi niñez que solo existía dos cadenas, bueno, mejor dicho una y media ya que la segunda cadena emitía a partir de no sé qué hora, nos quedábamos tan tranquilos tragándonos todo lo que emitían. Ahora no veo apenas la tv. Las series las descargo por internet, así las veo sin anuncios, las películas, idem de lo mismo, los programas que emiten hoy en día no me interesa. Soy sincero, por lo que mantengo que los documentales me parecen un tostón. Los concursos, unos los veo simplones, otros avergonzantes, otros soporíferos, otros no me entero y otros ni los veo. Lo que si veo son Los Simpson pues coinciden con la hora de comer, Bob Esponja y Sim Chan. Los demás dibujos animados los descargo también ya que existe esa posibilidad.

Hoy he tenido como todos los martes terapia en Alsubjer. Os he puesto el enlace a la página web para que veáis que existe dicha asociación y que nada de lo que digo me lo invento. Todo tiene un rigor científico. Vamos, como la vida misma. Los que me seguís un poco, ya sabéis que tengo un problema de bajo control de impulsos que ha derivado en una doble adicción, alcoholismo y ludopatía, completito que es el nene y no le añadí una tercera, compras compulsivas, porque acudí a tiempo a terapia, pero ya tenía no un pie, sino que me faltaba una uña para estar de lleno en esa dependencia también. Una de las causas por la que me dejó mi segunda mujer fue por lo rápido que fundimos los casi ocho mil euros que sacamos limpios de la boda. Bueno, hay que decir que más de tres mil euros los gastó ella en pagar la universidad y el alquiler que debía. Lo demás se fueron en caprichos varios p’al nene. A ella no le importaba porque me lo gastaba en cómics y en libros, pero cuando quisimos darnos cuenta, el dinero había volado y es que Madrid aparte de estar en el centro de España, es una ciudad cara de cojones. Es que tengo que buscar justificaciones o explicaciones, como prefiráis llamarlo a todo, y con lo del divorcio, también. Claro, también está el hecho que durante nuestra separación me lié con una cordobesa y a ella no le sentó muy bien que digamos, pero estaba muy dolido con mi ex por haberme dejado y cuando surgió la ocasión del rollo, no me lo pensé. Ya hablaré de la cordobesa, pues era una multiorgásmica con la que flipaba en colores y tengo varias historias que no tienen desperdicio.

Mañana tengo cita con la psiquiatra de la seguridad social y la psicóloga de la asociación. A la primera no la trago desde que me dio por imposible y me aconsejó que cambiara de psiquiatra. Una porra voy a cambiar de especialista. Me va a tener que aguantar las neuras quiera o no quiera. La pobre cuando me ve le cambia la cara, y es que como está acostumbrada a librar con los típicos simplones alelados perdidos por culpa de la medicación, va y le llega un personajillo que le cuestiona todo y solo quiere que le rebajen el tratamiento, pues así me pide el cambio de psiquiatra. Mañana me la imagino otra vez con la preguntitas de siempre: ¿Y cómo estás?, ¿pensamientos feos?, ¿sales más a la calle?, ¿has bebido alcohol?, ¿duermes bien? A lo que me daría ganas de contestar: estoy jodido, muy jodido, con 39 años y pensionista, ¿pensamientos feos? ¿A tu edad, cacho bruja no tienes otra manera de nombrar si tengo ganas de suicidarme? No, lo pasé tan mal la última vez que se me quitaron las ganas de morirme por siempre jamás, amén. La calle la piso lo justo para ir a por el coche e ir a los sitios que tengo que ir obligado y no, no bebo alcohol, gracias y si, duermo cuatro horas de puta madre gracias a sus comprimidos, las restantes veinte horas no me como la cabeza pero me gustaría que me comieran otra cosa. Jodeeeeeeerrrrrrr, que a gusto me quedaría, pero no, seré un jodido educado y responderé: bien, no, no, no, si, fin del comunicado. Por la tarde tengo cita con la psicóloga. Es una recién licenciada que está sustituyendo a la que trabaja allí porque está de baja por maternidad. La chiquilla no tiene las tablas de la otra que nos tenía calados y se queda sin recursos, o sea, que nosotros somos más pillos que ella y la dejamos de manera que no puede rebatir nuestra postura. He tenido tres citas con ella y en las tres los consejos han sido idénticos, de manera resumida: mantente ocupado y piensa menos en tus miserias. Evidentemente es algo que hasta un crio de párvulos sabe, pero no por ello le vas a menospreciar el mérito a la chiquilla. De todas formas sólo va a estar cuatro meses. Eso si, más que va a aprender con la pandilla de mafiosos que somos en ningún sitio. Algo bueno teníamos que tener además de la desgracia que nos caracteriza.

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