lunes, 2 de agosto de 2010

Mirar atrás



En tiempos que se vive tan deprisa y el mundo cada día está más centralizado en medio de redes sociales, me pregunto qué pasaría si de pronto uno dejara a un lado todos los artificios y, en pelota viva (en lo que se refiere al alma, claro está), se dedicara a amar a todo aquel que se le pusiera por delante. Posiblemente a la hora más o menos estarían dos armarios empotrados portando una camisa de fuerza con todas las intenciones de colocársela. Si yo tuviera que dibujar un atlas con los arrecifes, cimas, continentes y océanos que han configurado mis amores, dicho atlas cabría en la tercera parte de un din A-4 dibujando un tsunami que tragara un continente entero. Ha sido tan desastrosa mi vida amorosa como desafortunadas mis elecciones.

Un día te levantas y piensas ¿Qué he hecho con mi vida? Miras atrás y ves el polvo que has levantado, junto al que se encuentran depositados una hipoteca, un coche, un par de hijos, un par de ex, multitud de conocidos, veinte amigos, tres parejas, cuatro rollos, multitud de dudas, multitud de palabras escritas, multitud de instantes congelados, millones de canciones, miles de bailes y un cortometraje. ¿Es para sentirse satisfecho? Ni mucho menos, aun me queda mucho que decir, mucho que besar, mucho que pasear, mucho que bailar, mucho que jugar, mucho que reír, mucho que escribir, mucho que componer, mucho que dirigir, mucho que cocinar, mucho que pintar, mucho que leer, mucho que dibujar, mucho que estresar, mucho que escuchar, mucho que brindar, mucho que hablar, mucho que nadar, mucho que amar.

El mundo es una colonia de habitantes sin sentido que configura un refugio al placer. Sintámonos cómplices de cada una de las cosas que sepamos que nos conduce a una conducta placentera. La música me encanta. No concibo un día sin escuchar al menos dos o tres álbumes como mínimo. Si un álbum me gusta mucho, lo repito hasta la saciedad. Ya sea a través del pc, por el mp4, por el radio cassette, por la cadena de música, necesito estar conectado a la música. Me tranquiliza y me da placer. Además, no me pide nada a cambio. Simplemente un ordenamiento básico ya sea en el disco duro, en la torreta de cd’s , en la pila de vinilos o en la casseteca. Ahora por ejemplo estoy escuchando una canción “The rest of them” de Catherine Feeny que me está sensibilizando un montón. Solo buscaba un amor para poder compartir momentos musicales, para ponerle una canción y vibrar juntos, emocionarnos, besarnos, hacer el amor, compases de ritmos que acompañasen nuestra muestra de cariño, pero la vida me lo ha negado. No he encontrado a nadie con la suficiente capacidad de emocionarse. Todas han sido frías o no empatizaban lo suficiente conmigo como para emocionarse con lo que a mí me apasionaba.

3 comentarios:

  1. Muy emotivo... Comparto lo de la música, lo del amor no me interesa, el sexo sí... Y hasta aquí puedo leer...

    beXotes de me voy a mimir...

    Xim

    ResponderEliminar
  2. me llego al alma, lo que cuentas, simplemente no has tenido suerte besos antonio

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los dos. Tienes razón, Marya Jose, la suerte siempre me ha sido esquiva. En algun sitio estará la mujer que me pertenece, pero o no quiere darse por enterada o simplemente me está vetada. Besos a los dos

    ResponderEliminar