sábado, 14 de agosto de 2010

Maldita la mente mía



No sé por qué no me siento inspirado ni fresco ni con ganas de escribir ni de realizar nada que me suponga mayor esfuerzo que el moverme de la cómoda postura de estar con los pies encima de un televisor mientras estoy sentado en mi sillón sin hacer más cosa que dejar pasar el tiempo mientras como mucho estoy escuchando música. Si, la vida siempre se encarga de darme una de cal y otra de arena. Si hace un par de días tenía motivos más que suficientes para estar eufórico, ahora me encuentro otra vez sumido en la dejadez más absoluta. ¿Por qué? Muy sencillo, he pasado de tener un contacto diario y casi permanente con alguien muy importante en mi vida a uno casi inexistente por avatares del destino. Siempre me pasa lo mismo. No sé qué cojones he tenido que hacer en esta jodida vida para que la felicidad perenne me esté negada. Estoy puesto en una constante prueba de paciencia en la que mi mayor virtud se ve mermada por los designios de tan inconstantes cambios de rumbo. Y no me quejo por vicio, no se vayan a pensar eso ni por un instante, me quejo con toda la razón del mundo. Si yo estuviera en el otro bando, ya hubiera cambiado todos los muebles de sitio, pero mi desventura se ve envuelta en que en esta relación no puedo hacer por ahora más que aconsejar, y tengo la sensación que lo hago en oídos sordos. No digo que no acepte todo lo que le aconsejo, solo digo que si está buscando que otros den el paso, lo hace en balde, pues yo conozco de sobra el problema y lo más fácil para un dependiente es dejar las cosas como están. No debería ser tan franco ni hablar tan a la ligera sobre lo que me acontece, pero tengo la necesidad de exclamarlo por alguna parte, ya que si lo dejo dentro de mí, corro el peligro de que se me enquiste como un tumor y necesite una operación para ser extraído. Tengo la horrible sensación de que todo lo que me pasa no es más que las mismas vueltas que da la vida a mi alrededor, otro escenario, otras personas, pero los mismos frentes y las mismas actuaciones, los mismos problemas y las mismas desesperaciones. Lo digo en serio, es jodidamente horrible. ¿No puede la vida reinventarse ella misma? ¿No puede sorprenderme por una jodida vez esta vida? Tengo 39 años y la desdicha de sentir que no me queda nada nuevo por vivir, que ya lo he vivido todo, que lo que me queda va a ser un refrito de todo lo acontecido anteriormente. Esto no puede ser, así no tengo ilusión por nada, no me la puedo hacer, porque estaba ilusionado por algo que se ha venido abajo cual castillo de naipes con un simple soplido. Debo ser sincero conmigo mismo y hacerme ver hasta dónde puedo llegar, hasta donde puedo sentir, que puedo esperar de los demás, que puedo dejar entrever de mi. Quizás mi problema sea que no me abro lo suficiente, que ni siquiera con cuatro abrazos transmita todo el amor que siento. Quizás esté equivocado. Quizás espere más de las personas. Un fallo que tengo es que pretendo que me amen como yo amo. Y es un disparate pretender eso de alguien que ni siquiera se ha planteado si lo que siente por mi es amor. Siente una serie de necesidades, pero no sabe nombrarlas. Puede que su voz a través del teléfono no transmita lo que realmente siente. Puede que interprete un papel para no preocuparme. Pero yo siento que sin ella me falta la vida, y eso no lo siento en ella. ¿Me habré precipitado otra vez? Puede. Puede que otra vez me haya precipitado dejando entrar a mi vida a alguien esperando más y resultando menos. Esto de pensar tanto no es bueno, a la larga hace resentirse las cosas. Pero es que por desgracia soy así. No lo puedo evitar. Si hubiera un botón de apagado para evitar pensar, sería el primero que lo utilizaría. Pero por desgracia no somos tan perfectos como nos presuponemos. Intento leer para desviar mi atención de estos asuntos, pero de cuatro libros que tengo empezados, ninguno consigue abstraerme lo suficiente. Cuando me doy cuenta que estoy en mis pensamientos, he de volver atrás en la lectura hasta que recuerdo un punto de la lectura. Y el cine, ídem, y la música mejor ni hablemos. Hasta que no resuelva de una vez esta situación, creo que seguiré con mis pesares. Maldita mente la mía.

1 comentario:

  1. Me gustaría si es posible responderte en privado las cosas que quiero decirte. Mi email es lissetvazquezmeizoso@gmail.com. Si quieres, hazme llegar el tuyo. Te acompaño totalmente en el sentimiento. Cumplo 39 años el 12 de noviembre y me siento como tú por mil razones distintas...Escribe si te apetece. Un abrazo.

    ResponderEliminar