Un blog con fin terapéutico donde la poesía y la narrativa se dan la mano con cosas de interés y música electrónica.
jueves, 13 de mayo de 2010
A pulso con la vida
Esta tarde estoy ocupado en lo mismo que en el último mes, en buscar música que luego posteo en el blog musical, y mientras estaba escuchando álbumes que son autenticas mierdas y desechándolos y otros que me parecen que tienen la calidad suficiente para postearlos, me he acordado de la música que escuchaba en el piso compartido en proyecto hombre en Antequera (Málaga), donde conviví con siete compañeros más durante seis meses. Ahora lo veo desde la distancia, pues hace de aquellos días la friolera de siete años, pero aquel tiempo fue muy duro. Ya contaré con más profundidad otros detalles de convivencia. Hoy me quiero centrar en la música, pues en el piso había una mini cadena y había una serie de normas para poner música en ella. La primera norma era que no se podía oír la radio, puesto que podían poner música “inapropiada” para nosotros. Ahora voy a definir música “inapropiada”: toda aquella que en su letra se hiciera apología del consumo de sustancias tóxicas, ya fueran líquidas o sólidas. Por supuesto entraban a trapo toda la música punk, heavy y demás por el estilo, ya fuera en el idioma que fuera, ya que ”Proyecto hombre” entendía que esa música incitaba al consumo de sustancias. También entraban a trapo los grupos o solistas que fueran consumidores o hicieran libre alegato de que eran consumidores, aunque sus letras fueran mas ñoñas que las instrucciones de una máquina de coser. A mi me gusta mucho Joaquín Sabina y me requisaron el Cd de “yo, mi, me, contigo” por esa cuestión. He de decir que no me lo devolvieron hasta que me fui de sus garras. Yo me negué a llevar música, porque visto el panorama, y que el primer día me requisaron a Sabina y a los Ramones, que me dejaron solo con uno de The Psychedelic Furs y los compañeros me lo dejaron poner una sola vez, desistí de hacerlo. Eso si, breakbeat de los huevos tuve que aguantar por un tubo, y a mi pregunta cojonera a la psicóloga del piso sobre si esa música no hacía apología del consumo de pastis, ella se limitaba a decir que lo desconocía, y que en Proyecto hombre no se habían pronunciado al respecto. Incongruencias que tiene la vida. El único periodo que pude respirar de esa música (por llamarla de algún modo) fue durante dos meses que nos tuvieron en los que ellos denominan ”silencio”. Aquello consistía en estar sin hacer absolutamente nada excepto tus tareas diarias, que consistía en limpiar o bien las habitaciones, o los cuartos de baño, o preparar la comida, pero sin hablar con nadie, sin ver la tele, sin oír música, sin leer, pidiendo permiso para todo… luego en el centro estábamos sometidos a una caza de brujas para ver quien se venía abajo y decía que había consumido. Eran una especie de Gestapo. Si en el fin de semana había feria en tu pueblo, habías consumido por huevos. O lo confesabas o limpiabas los rodapiés o los lavabos o las sillas o el coño de tu puta hermana. Así quien cojones no confesaba. Por cada confesión, una medallita para los jesuitas. Porque proyecto hombre es una tapadera de los jesuitas. Y yo aguanté 6 meses de mi vida en aquel infierno. Ayer comenté que un gitano me dijo que tenía el cielo ganado. Yo no creo ni en cielos ni en infiernos. Pero lo que es seguro, es que la vida me la he ganado a pulso.
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