domingo, 2 de mayo de 2010

Orson Welles y la política



Adscrito a la corriente del pensamiento progresista, Orson Welles no desdeñó medirse personalmente con la política. Las decisiones tomadas con el Federal Theatre, que culminarían con la representación suspendida de The Cradle Will Rock, constituyen tomas de posición evidentes, pero es especialmente en los años cuarenta, en una América aún tentada por el aislacionismo, cuando Welles puso su popularidad y sus ideas al servicio de una concepción de la política abiertamente antifascista y antinazi.

Tras sumarse, junto a numerosos actores, entre los que se encontraban Charles Boyer y Betsy Blair (en aquel tiempo casada con Gene Kelly), al comité de defensa de diecisiete americanos de origen mexicano acusados, especialmente por los periódicos del grupo Hearst, de tener relación con el asesinato de José Díaz (el denominado “affaire Sleepy Lagoon”), tras participar con entusiasmo en la Good Neighbor Policy de Roosevelt (que de hecho provocó su ruptura con el establishment hollywoodiense, además de su traslado a América latina), Welles suscribirá con fervor las ideas e iniciativas preconizadas por Louis Dolivet, un francés exiliado de la Francia ocupada que en Estados Unidos había fundado Free World, asociación que militaba en pro del compromiso de Naciones Unidas y que en octubre de 1943 organizó un encuentro en Nueva York, del que Orson Welles fue uno de los representantes junto al embajador inglés Harold Butler, su homólogo chino Wei Taoming, el ministro de asuntos Exteriores de la República Española Álvarez del Vayo y el coronel de marines Evans Carlson. Sin contar los artículos firmados por Welles, a veces en primera página, para el boletín mensual de la asociación (el último, escrito en 1945, titulado “Now or Never”, abordaba directamente el tema de la bomba atómica y el futuro peligro de destrucción masiva que sólo se evitaría estableciendo un nuevo orden democrático mundial, que debía forjarse “ahora o nunca”). De ahí a comprometerse políticamente junto al presidente Franklin Delano Roosevelt a favor de su cuarta reelección en 1944, sólo había un paso. Aunque su nueva mujer, Rita Hayworth, estaba embarazada, Welles siguió a Roosevelt en diversas etapas de su campaña electoral, hablando directamente a las multitudes y colaborando en la elaboración de sus discursos. A este periodo se remonta la célebre anécdota que cuenta cómo Welles aconsejó a un Roosevelt indeciso que se decidiera por la puerte izquierda en lugar de la derecha (para entrar a un estadio): “Nunca se ha equivocado cuando ha girado a la izquierda”. Según su biógrafa Bárbara Leaming, Welles sintió la tentación de abandonar el cine para consagrarse mas activamente a la política, pero la oposición de la esposa de Roosevelt, Eleanor, a quien caía antipático, bloqueó de hecho esa posibilidad.

Sin embargo, esto no alteró las ideas políticas de Welles, que durante su “exilio” en Europa fue sometido a vigilancia por el FBI como comunista peligroso, una acusación que pareció confirmarse en una cena que el cineasta compartió con el secretario del mayor partido comunista occidental, el partido comunista italiano: el 8 de diciembre de 1947, Welles cenó en Roma con Palmiro Togliatti, en compañía de tres periodistas, pero la conversación versó sobre cultura y no sobre política, e incluso el FBI tuvo que renunciar progresivamente a la supuesta peligrosidad antiamericana del director de Ciudadano Kane.

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