lunes, 24 de mayo de 2010

Best Seller



Estoy nuevamente bebiendo un bitter y aporreando las teclas intentando escribir algo coherente. Me relaja mucho escribir. Cuando empecé como base a la terapia para salir de la puñetera depresión no creía que me iba a sentar tan bien. Y estoy más cómodo contando cosas de mi cotidianeidad que escribiendo relatos. No es que no tenga imaginación para escribirlos, ni mucho menos, es, como ya he apuntado antes, una cuestión de comodidad. De lo que se trata es de ir cogiendo soltura en esto de la narración y, tanto en el blog musical como en este y en el narrativo, la estoy cogiendo. Estaba leyendo un poco por encima la edición digital de El País cuando he leído que las dos Coreas estás a un pelo de un conflicto armado. Como no podía ser de otra manera, Estados Unidos está metiendo su nariz en el asunto. Por una parte está pidiendo a China que medie con Corea del Norte para que no inicie el conflicto. Bueno, hasta ahí bien. Se supone que de eso se debería haber ocupado la ONU, que para algo se creó, pero como siempre están los USA ejerciendo su papel de paradigma pacífico, bueno. Que detrás de todo ello están los intereses de las multinacionales armamentísticas situadas en aquel país que dan trabajo a tantísimos habitantes americanos, no solo directamente, si no indirectamente, léase sector del petróleo, carbón, madera, acero, hierro, transporte, restauración y un largo etcétera es algo que sabemos los que tenemos dos dedos de frente, pero no quitemos la magia al momento Disney. De hecho, el reciente premio nobel de la paz es el mismísimo presidente USA, y un premio nobel de la paz no creo que mande a su país a la guerra, ¿no?

A raíz de esta noticia me he acordado de otra que ocurrió hace tiempo. Resulta que en Corea del Norte ejecutaron públicamente a un pobre paria de allí por el simple hecho de haber mantenido una llamada telefónica con un habitante de Corea del Sur. Manda huevos que en los tiempos que corren te digan a quien puedes o no llamar. Pues si, así están en otros países. A veces no sabemos la suerte que tenemos con vivir con una serie de… bueno, iba a decir libertades, pero yo soy el primero que opina que desde que nacemos ya estamos fichados, que el único ser que se puede considerar libre libre es aquel que se haga anacoreta, se lie la manta y se vaya al monte a vivir de lo que le proporcione la madre naturaleza. Y supongo que ni él, porque depende de si mismo y su alrededor para subsistir. Por esa razón no somos libres, siempre necesitamos algo pues si no no podríamos sobrevivir. Pero esto no es más que una teoría mía, no tenéis que hacer caso a lo antes expuesto. Yo sólo expongo. No intento convencer a nadie.

Que vivimos en un mundo en lo que prima es lo material es algo que sabemos todos. No voy a dar una charla de que somos más libres cuando menos necesitamos, a razón de lo antes expuesto, pues yo no soy nadie para decir nada al respecto. Si me quisiera ganar la vida dando consejos, me haría escritor de libros de autoayuda, que se venden muy bien. Sabéis de sobra que los odio, pero se me ha venido a la cabeza de pronto analizar uno. La verdad es que no he leído ninguno, pero supongo de qué irán. Establecerán una serie de principios básicos que serán los que se seguirán a lo largo del libro. Habrá una presentación donde se explique que el autor es doctor o psiquiatra o tal o cual de la universidad tal con las distinciones tal que ha dado multitud de conferencias a lo largo y ancho del mundo y que de sus experiencias como profesional ha decidido escribir ese libro. Luego Habrá un primer capítulo donde se esbozará el contenido del libro a groso modo y de manera muy atractiva, porque si vas a una librería es lo primero que lees y así picas. Una vez conseguido el objetivo, solo se trata de rellenar 150 páginas con palabras de superación personal, consejos prácticos, lo que llegó a hacer tal o cual persona, los objetivos que te has de marcar y terminar con una bibliografía para dártela de culto. Os juro que no he leído ningún libro de autoayuda. El único libro así parecido que he leído es “El caballero de la armadura oxidada”, y es un relato entendido como de autoayuda, pero has de coger tu el mensaje. Si no coges nada, allá tu. Los libros de autoayuda son otra cosa. Pero es que es tan predecible ese mundillo que me juego la cabeza en que me habré equivocado en lo más mínimo.

Hará cuestión de tres fines de semana, en la comunión del hijo de una prima hermana, mi primo Gonzalo y yo hablábamos de lo fácil que es escribir según que libros. Pues si, hoy en día que los programas de tratamiento de texto te corrigen las faltas de ortografía y sabiendo lo mínimo de gramática, puedes escribir un libro. Ojo, estamos hablando de un best seller, de un libro dirigido al gran público, que no necesitas esforzarte en palabras cultas ni en sinónimos raros ni en recursos lingüísticos porque no lo van a apreciar. Como una canción de Camela, cuando más simplón, mejor. Suspense… quien no sabe crear un mínimo de suspense en una historia… no te están pidiendo que seas un Poe ni un Hitchcock, con que seas un Dan Brown, que seas predecible hasta decir basta, sobra. Pensareis que soy un gallito o un chulo o que me excedo en mis afirmaciones, pero es que es sencillo crear una atmósfera de suspense. Sólo has de escoger un escenario y llenarlo de espacios, cuantos más, mejor, que se le llegue a olvidar al lector cuántos hay. Espera, estoy revelando tácticas de escritor ayayayayayayayaya, que fallo… En serio, es sencillo. Como crear una escena dramática. Sólo has de situarte tu mismo en la escena y describir lo que ves, y por supuesto sentir en tu piel lo que escribes. Para mi es importantísimo que un escritor mute en sus propios personajes, que mientras crea su novela viva solo para ella, sea el padre, la madre, al abuelo, el bebé, el hijo e incluso el caballo. Ha de ser todos y cada uno de los personajes. Eso se nota en un libro. Uno siente el libro escrito por alguien que ha vivido sus personajes, te adaptas a ellos, los vives, te transmiten vida. Un escritor que escribe automáticamente, porque siente que ése es su oficio, no te transmite una mierda, te deja más frío que una noche de diciembre. No hay punto de comparación. Está claro que las personas que somos más sensibles, que de alguna manera tendemos a empatizar más con las personas, vivimos las cosas de otro modo. También somos más críticos, no solo con los demás, si no con nosotros mismos. Puede ser esa una de las razones que muchas buenas obras no hayan visto la luz, porque permanecen guardadas bajo llave pensando el autor que no son lo suficientemente buenas.

2 comentarios:

  1. Coreas, libertad y literatura, me quedo con la última claro está, y sí, hoy en día es muy fácil escribir un libro y que te lo publiquen, y resulta que los que más éxito alcanzan son los menos interesantes y a veces incluso los más idiotas, así van las cosas, yo siempre termino diciendo lo mismo, a saber, que el 90 por cien de la humanidad son unos descerebrados!!! tajante que es uno, pues sí...

    Un abrazo

    Xim

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  2. Estoy de acuerdo contigo, y no es nada malo ser tajante, ni mucho menos. Es más, lo que el mundo necesita son más visiones críticas y menos sedentarismo. un abrazo

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