En una habitación templada
las luces discurren serenas
por la parte más cercana
que es la de detrás de la alcoba
donde fundimos nuestro crimen
de versos alocados por carnes
prietas que deseaban sentir
la llama del candil que ardía
claro y oscuro bajo las enaguas
encharcadas del cuadro gris
que cayó cuando diste con
tu mano en la pared al gritar
que apretara más y más y más.
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