martes, 22 de febrero de 2011

Suerte


Estaba allí por necesidad. Estaba sentado en aquella mesa cuadrada acompañado por aquellos tipos solo llevado por el necio dinero fácil. Me estaba dando mi compañero de la izquierda el revolver con una bala en el tambor y entonces vi el destello de su punta en el interior del cañón, se me pusieron los cojones por montera, ya supe que estaba listo, que me iba de este puto mundo. Cogí el arma, la dirigí a mi sien derecha y justo cuando iba a detonar lo inevitable, con la expulsión de parte de mi cerebro a distancia ya apostada, dijo uno de los apostantes más gerifaltes que me saltaran la vez, que tenía que ir inmediatamente a su despacho. Lo más correcto que pude le di el revolver a mi compañero y conforme iba al despacho del mangante escuche el tronido de la muerte que estaba destinado a mí.

Antonio Jiménez

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