Hoy ha nevado todo el día, y es en la
noche, cuando su blanca estirpe teje su manto
más noble, el momento el cual más te echo
de menos, pues al sólo rozarte eras capaz
de aflorar en mí un sofoco que relajábamos
entre las mantas, al contacto de nuestros
cuerpos, ejerciendo con redobles de dedos
una armonía frente a frente, exhalando
nuestro deseo mientras en cada beso respiraba
hasta tu alma, vida mía… ¿Qué quedó de
todo aquello? ¿Por qué terminó un amor tan
puro como el rayo de luna que atraviesa los
copos y débilmente ilumina mi cara? Te quise
como se quiere al contacto íntimo de dos seres
compenetrados como la vida y la muerte. Me bendecías
con tus caricias tan claras como el alba y
me iluminabas con el fulgor del deseo por
poseerme entre tus senos. Maldigo el día
que se rompió tal amor, pero los pecados del
hombre, más que la manzana, tientan el
cuerpo con mala saña, y el verdugo de nuestra
pasión ni recoger quiso los latidos que mi corazón
alcanzaban por ti, tan sólo las migajas de un torpe
confundido que apostó su deuda a juegos malabares
y perdió hasta la percha, confinándome en la soledad
más espesa. Sigue nevando y lloro por tu amor, vida mía.
Antonio Jiménez
Ya está borrado. Espero que se te haya solucionado el desaguisado.
ResponderEliminarUn saludo.