viernes, 23 de septiembre de 2011

Horses


Apartado al borde del precipicio,
miro y lanzo un grito de agonía
por no poder tenerte, Dulcinea mía,
más allá del imperturbable ocio
mientras en mis venas palpita
el jugo de diez mil caballos abocados
en frenético goce por mi salita
interior, sin fundamento, callados.

Antonio Jiménez

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