martes, 6 de septiembre de 2011

Escritos de un necio incoherente


En aquella casa olía a orina porque siempre estaba la puerta del lavabo abierta y hacía años que no limpiaban el wáter. Siempre recuerdo esa casa por ese olor. De hecho, no recuerdo a ninguno de sus ocupantes, solo que dentro de sus peculiaridades entraba la de no limpiar el wáter nunca jamás. Ahora estoy acostado boca abajo mientras una jodida mosca me está rondando el culo jodiéndome la siesta. La puta huele a meados. Seguramente se habrá cubierto de fama en el wáter de orín, más allá de Valhalla. Estoy en el puto paro desde que tengo uso de razón, y mi razón no va más allá de la última resaca que malviví, o sea, la de hoy.

Duermo desnudo porque no tengo un ápice de molestia como para ponerme un pijama. Por cierto, no sé nada de ellos desde que me corté el cordón umbilical que me sujetaba a la casa materna. Me la suda. Me suda todo un huevo, de todas maneras es lo jodido del verano, que uno suda por los huevos.

Tengo cuarenta años y hace tres años y medio que no follo. Algo va mal en esa ecuación. Pasta para putas no tengo y no salgo porque la paso putas saliendo sin pasta. Cada vez estoy más calvo y mi barriga va creciendo a lo ancho, no a lo largo, que es lo que me extraña. De cintura para abajo soy normal, tengo las piernas y el culo bien proporcionado. El ojete lo tengo con hemorroides. Lo malo es de cintura para arriba. Tengo un flotador a los lados que me afean una jartá. Me pongo de lado y parezco normal, salvo las tetas, que están maxi desarrolladas. Es un rollo de cuerpo, y cada vez está más ancho.

Recuerdo cuando tenía apego por la vida, cuando era feliz y todas esas mariconadas. Ahora la felicidad me la proporciona el genérico del prozac y demás pirulas que tomo. Es cachondo, siempre me han dado miedo las drogas y hace quince años que me drogo a diario con el beneplácito de mi médico de cabecera, y la psiquiatra, que es la culpable de mi situación pastilleril. Lo malo de tomar estas drogas y beber es que a veces te dan unas paranoias cuando duermes que crees se te para el corazón o un grupo de zombis te están chupando el cerebro o te conviertes en escarabajo (gracias, Kafka), o vas por ahí flotando en medio de la nada, yo que sé, cosas así y peores que el dolor de tarro no me permite acordarme ahora mismo. Lo siento.

Polonius Petronius

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