domingo, 8 de mayo de 2011

Tu silencio



Tu silencio envuelve mi pesado espectro
hasta que consigue vivir en medio de una
vorágine tachada de parca e insensata
por los ministerios del tedio, que son aquellos
que quieren lograr imponer su lectura por
bravura en este mundo tan imbécil como
lo vivo en tu ausencia. Los crisoles
de mi tierna piel son puñados de opaco
alimento al temblor de la araña que
devora mis conquistas mixtas, siendo
el aparejo de mi cordura tierra innoble
para el hombre que quiso coronar el corazón
de los pobres y se inundó en la ponzoña de los ricos.

Sea cual sea el origen de tu tristeza,
siempre me hallarás ante el espejo que
refleja tu perfecta silueta, callado, meditabundo,
esperando el brillo en tus ojos, preámbulo
a un necesario abrazo y a un interlúdico
beso bajo el naranjo que da sombra
al tejado de tu cabaña gris en la punta
norte de nuestros corazones. No digas
nada al leer estas palabras, no son
hechos consumados ni consumo al hecho,
son deseos de quererte lo que forman estos
versos con origen pero sin métrica ni más enjundia
que la calma sosegada que se escucha en tu silencio.

Antonio Jiménez

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