jueves, 11 de octubre de 2012

Dónde quedaron tus caricias




¿Dónde quedaron tus caricias y abrazos?
Me siento cada vez más solo en mi propia soledad
y caigo siempre en los mismos errores de
enamorarme ciegamente de quien no quiere
aprovechar ni siquiera mis coloquios con sabor
a ambrosía y olor a fragancia de lavanda.

No es hora de ponerse triste pero sí he de gritar
a los cuatros vientos cómo se puede ser tan
desgraciado en cuestiones del corazón si me
presto a desvivirme por ella, si me presto
a seguir sus pasos hasta la luna, si me presto
a cultivar su propio temperamento para no molestarla.

Ahora vago solo por las calles de la indiferencia
sin más ilusión que soñar con la dama
adecuada, pero sabiendo que nunca la conoceré
pues tal es mi desdicha que sólo se me permite ver
las palomas copular entre ellas mientras
alzan el vuelo cuando terminan sus apareamientos.

Muchas veces me inclino de rodillas y canto
versos de otros trovadores más ilustrados que
yo, intentando con ese acto que una chica
escuche mi lamento de tormento y oyera poesía
viva en mi corazón;  que se tradujera en llamamiento
a su querido ser y pudiera iniciar una relación
sana con ella con el fin de explotar mis
abrazos y besos en una columna de coloridos
resaltando el verde que es el color de la esperanza.

Antonio Jiménez

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