jueves, 3 de noviembre de 2011

No me vuelvas a derrotar


No me vuelvas a llamar por el apellido
de los locos porque serán mis piernas
las que se alejen de tu lado mientras mi aullido
de orate clama por los cuatro vientos su pena.

No me vuelvas a declamar clemencia cuando
clave mi estaca en tu pecho porque el amor
resiste toda embestida repetida en tanto
que la pasión roba las hojas del maldito dolor.

No me vuelvas a presionar con la llamada del hombre
porque niño seré para siempre en esta vida
salpicada por carencias del arte por hambre
de secuencias de sexo carnal entre ruinas.

No me vuelvas a recibir con los brazos abiertos
pues no soy merecedor de entusiasmo por parte
de nadie; sólo soy mercader de el triste y cierto
cuño del puño galante que recibe su fama del arte.

No me vuelvas a dar la espalda, pues no lo merezco
en tanto mi virtud es cuestión de calle cerrada
por libros abiertos en derroteros caminos de frescos
tunantes que libran donaires por la vida errada.

No me vuelvas a besar pues soy enfermo de amor,
un amor que el dolor envuelve en llamas por pasión
de peón, dama, rey en el ajedrez de un error
garrafal que es mi vida vivida sin estimación.

Antonio Jiménez

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