La soledad, impertérrita en mí, frágil
sustancia que se ha anquilosado en lo más
hondo de mi ser; ¿debo por otrora algún
diezmo para ser tu vasallo más íntimo?
Duele, duele y mucho sentir el vacío en
mis entrañas y además saber que el modo
de llenarlo está lejos de mis posibilidades.
Quizás, y sólo digo quizás, una maquillada puta
de Babilonia sepa qué hacer con las cenizas
de mi realidad; pero yo sólo sé que mi canto
es neutro porque la abundancia me es esquiva
y la podredumbre me es en abundancia.
Antonio Jiménez
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