La vida de Arturo cambió radicalmente en cuestión de cinco
minutos. Conoció por internet a Victoria y fue un flechazo para ambos. Ella al
ver su foto sintió un tiritón vaticinándole que ese hombre era especial. Él
viendo su foto pensó que se trataba de una mujer honesta y buena. La primera
conversación salió genial. Los dos tuvieron la misma sensación de conocerse
toda la vida, pero era la primera vez que hablaban en ella. Las palabras surgían
por si solas dando una composición al chat perfecto. Nunca se había sentido así
Arturo. Victoria decía lo mismo. Ese fue el primer día.
Fueron pasando los días y las conversaciones se iban convirtiendo
cada vez en más íntimas. Un 22 de agosto Arturo se le declaró a Victoria
metiendo la pata porque cambió su nombre por Violeta, pero aún así ella aceptó.
Comenzó para Arturo la etapa más feliz de su vida. Incluso habiendo estado
casado dos veces y teniendo tres parejas que se quedaron por el camino, él
notaba en Victoria algo especial que no había encontrado antes, su risa, su
tranquilidad, sus palabras, su forma de decirle te quiero que sonaba tan
franca, todo su ser hacía que Arturo se fuera enamorando cada día más y más.
Victoria planeó ir a su ciudad a verlo, pero le fue imposible
por una serie de adversidades que se le cruzó en el camino. Pero en vez de
derrumbarse ambos, Arturo, aunque fuera por un día completo, planeó ir a su
ciudad a conocerla. Era por un día porque ella vivía en piso compartido.
Ahora queda conocernos, porque el amor no entiende de
barreras ni de distancias ni tiempo, y el día que me encuentre contigo te abrazaré
hasta dejarte sin aliento, aliento que dejaré que cojas para darnos un beso
suave, sin prisas, con sabor a fresas, sellando así por siempre nuestra unión.
Antonio Jiménez
Preciosa historia. No, el amor, desde luego no entiende de nada. Así nos va.
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