Sueño contigo cada
noche, cada noche de mi vida
que se va consumiendo
como una vela que alumbra
tu ser, ese
maravilloso ser con el que deseo
cada noche
intercambiar unas palabras de amor;
el amor que te
profeso; el amor que siento por ti
que hace que mis
situaciones más amargas se vuelvan
más dulces que la
miel, como tu piel, sana y sensual
como las ninfas que
corretean por el plano occipital.
Y sueño con tus
caricias por mi cuerpo y mi sensualidad
por el tuyo,
abriéndonos cual capullo al éxtasis del placer,
existiendo uno solo
que se abre paso por los canales
del derrame,
ocultando su libido a la sociedad, pero
escenificando de por
vida la pasión de un solo trotar
por las avenidas del
amor, aquellas que se bifurcan
sólo cuando no
estamos uno junto al otro.
Pienso en ti cada
segundo de mi vida, imaginando
cómo sería vivir a tu
lado entre pompas de algodones
siendo la luz que
ilumine tus instantes más oscuros
y vertiendo mis
semillas en forma de caricias
para que reluzcas
como una orquídea. Extraño
tantas cosas de ti
que mi cielo me grita al oído
que siempre defenderé
la cuestión de dar placer
a quien conquista mi
corazón, pero ese placer
es una minucia
comparado con la exquisitez
con la que riegas mi
corazón día tras día, mi amor.
Antonio Jiménez
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